Con la llegada del verano, proteger nuestra piel de los efectos negativos del sol se convierte en una prioridad. Además del uso de protectores solares, una dieta rica en alimentos fotoprotectores puede ser un aliado importante para prevenir el daño solar. Según expertos en nutrición, ciertos alimentos contienen nutrientes que ayudan a fortalecer la piel y mejorar su resistencia frente a los rayos UV.
Y es que, aunque ningún alimento puede sustituir al fotoprotector solar, algunos pueden complementar su efecto. Estos alimentos son ricos en antioxidantes, vitaminas y minerales que contribuyen a una piel más saludable y preparada para combatir los efectos del sol.
Entre los alimentos más recomendados se encuentran:
1. Arándanos y mango: Ambos son ricos en antioxidantes y vitamina C, lo que ayuda a proteger la piel del daño solar.
2. Kéfir: Fuente de probióticos que mantienen la salud intestinal, esencial para una piel radiante.
3. Cacao: Contiene polifenoles, poderosos antioxidantes que combaten los radicales libres.
4. Canela: Con propiedades antiinflamatorias que benefician la salud de la piel.
5. Zanahorias y boniatos: Altos en betacaroteno, antioxidante que se convierte en vitamina A, esencial para la reparación de la piel.
6. Sésamo: Rico en zinc, necesario para la reparación de la piel
7. Bonito del norte: Fuente de ácidos grasos omega-3, que reducen la inflamación y mantienen la piel hidratada.
8. Hibisco: Con alto contenido en antioxidantes, combate los radicales libres generados por la exposición al sol.
9. Cítricos deshidratados: Añaden vitamina C, potenciando el efecto protector.
Además de incorporar estos alimentos a la dieta, es crucial mantener una buena hidratación. Se recomienda beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día y complementar con frutas y verduras ricas en agua. Es importante evitar bebidas alcohólicas y con cafeína, ya que aumentan la eliminación de agua a través de la orina y la sudoración.
Para una protección solar integral, se debe combinar una dieta rica en alimentos fotoprotectores con el uso de protectores solares adecuados al tipo de piel, reaplicándolos cada dos horas y tras el contacto con el agua. Así, se logrará una piel más resistente y saludable durante los meses de mayor exposición solar.