El verano llega a a su epicentro, puesto que es precisamente en la segunda parte de julio cuando esta estación ya ha cumplido su primera mitad. Y es que, más allá de las simples matemáticas, es en esta época cuando sucede uno de los fenómenos astronómicos más representativos del ciclo estival y que marca su cénit: la primera luna llena del verano, también denominada como la Luna del Ciervo.
El nombre propio que da nombre a este acontecimiento, Luna del Ciervo, viene precisamente del animal. Y es que las tribus originarias de Norteamérica dieron el nombre a este plenilunio debido a que es en esta temporada cuando las astas de los ciervos machos están en pleno crecimiento. Igualmente, a pesar de que esta se trata de la denominación más famosas, culturas de todo el mundo también han querido darle su propio nombre a la primera luna llena del verano, como puede ser la Luna de Salmón por lo amerindios, la Luna de Frambuesa por las tribus algonquina y ojibwe, o también la Luna de Heno.
Este plenilunio, como cualquier otro, permitirá ver al satélite un poco más grande y brillante de lo habitual. De hecho, a pesar de que este año no se dará, muchas Lunas del Ciervo acabaron convirtiéndose en superlunas, es decir, la coincidencia de una luna llena con el mayor acercamiento posible del satélite a la Tierra, lo cual provoca que se pueda observar con el mayor tamaño que permite su visionado desde nuestro planeta. Sobre el mejor momento para verla, el Observatorio Astronómico Nacional ha especificado que se dará entre la noche del domingo 22 de julio y la madrugada del lunes 23, alcanzando su mayor esplendor a las 12:17 horas.
Si quieres observar este fenómeno con la mayor claridad posible, cabría recordar que, al ser una luna llena, el plenilunio se podrá ver a simple vista con nuestros propios ojos en prácticamente cualquier lugar donde se pueda ver el cielo estrellado. Sin embargo, para aquellos que quieran posicionarse en las mejores condiciones posibles, lo mejor siempre será ubicarse en una zona con poca contaminación lumínica, idealmente fuera de las ciudades, y unos prismáticos e incluso, de tenerlo, un telescopio, ayudarán a apreciar la belleza de la Luna del Ciervo en todo su esplendor.