En verano, un coche estacionado bajo el sol puede convertirse en un auténtico horno, alcanzando temperaturas superiores a los 60°C. Entrar en él sin tomar precauciones puede ser peligroso. Para evitarlo, es esencial tomar ciertas medidas.
Primero, intenta aparcar siempre en la sombra. Si no es posible, utilizar parasoles en los cristales reducirá la temperatura interior. Si el coche ya está demasiado caliente, ventila abriendo todas las puertas y ventanas antes de entrar. Esto permite que el aire caliente salga y que el interior sea más soportable.
Una vez dentro, evita usar el aire acondicionado inmediatamente. Primero, enciende el motor y deja las ventanas abiertas unos minutos más. Esto permitirá que el aire exterior, aunque caliente, ayude a equilibrar la temperatura interna. Solo después de unos minutos, cuando el ambiente interno sea más estable, puedes cerrar las ventanas y ajustar el aire acondicionado a una temperatura moderada.
Este procedimiento no solo garantiza mayor confort, sino que también previene la inhalación de toxinas que pueden emanar de los plásticos recalentados en el interior del coche. Finalmente, regular el aire acondicionado para evitar cambios bruscos de temperatura protegerá tu salud y ayudará a mantener un ambiente más fresco y saludable en tu vehículo.