Cada inicio de año, millones de personas establecen propósitos con la esperanza de mejorar aspectos de sus vidas. Sin embargo, solo un 8% logra cumplirlos.
Para aumentar las probabilidades de éxito, es fundamental adoptar enfoques respaldados por la ciencia que faciliten la consecución de estas metas.
Uno de los primeros pasos es definir objetivos realistas y alcanzables. Establecer metas demasiado ambiciosas puede conducir a la frustración y al abandono prematuro. Perera sugiere que los propósitos deben ser específicos y adaptados a las capacidades individuales, lo que incrementa el compromiso y la motivación.
La planificación también juega un papel crucial. Expertos recomiendan desglosar los objetivos en pasos más pequeños y manejables, lo que facilita su seguimiento y cumplimiento. Además, aconsejan no sobrecargarse con múltiples propósitos simultáneamente, ya que esto puede generar ansiedad y disminuir la eficacia en la consecución de cada meta.
El monitoreo constante del progreso es esencial. Llevar un registro de las acciones realizadas permite identificar desviaciones y corregirlas a tiempo. Este seguimiento actúa como un sistema de autorregulación, ayudando a mantener el enfoque y la disciplina necesarios para alcanzar los objetivos propuestos.
La flexibilidad y la adaptación son igualmente importantes. Es común enfrentar obstáculos o contratiempos en el camino hacia nuestras metas. Aceptar los fracasos como parte del proceso y estar dispuesto a ajustar los planes según sea necesario puede prevenir el desánimo y fomentar la resiliencia. Perera enfatiza la importancia de levantarse y valorar positivamente los logros alcanzados, por pequeños que sean.
Además, es recomendable compartir los propósitos con personas de confianza. El apoyo social puede servir como fuente de motivación y proporcionar una red de respaldo en momentos de dificultad. Discutir los avances y desafíos con otros permite obtener perspectivas diferentes y consejos útiles para superar obstáculos.