Cuando el calor aprieta, la cocina busca soluciones rápidas, frescas y llenas de sabor. En Mallorca, el trampó siempre ha sido un clásico del verano, pero este año hay otro plato que empieza a hacerse un hueco en las mesas de la isla: la pipirrana, una receta tradicional andaluza que comparte espíritu mediterráneo y que, con ingredientes básicos, se convierte en una opción irresistible.
La pipirrana es una ensalada fría muy típica del interior de Andalucía, especialmente en provincias como Jaén, Granada o Almería. Cada zona le da su toque particular, pero su base es siempre la misma: tomate maduro, pimiento verde, cebolla y pepino, todo bien picado y aliñado con aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal. En algunas variantes se añade atún, huevo duro o incluso marisco, aunque la versión más tradicional es 100% vegetal.
Una de las claves del éxito de este plato está en su frescura y en la calidad del producto. No necesita cocción, lo que lo convierte en ideal para días calurosos. Se puede preparar con antelación y guardar en la nevera, ganando incluso en sabor con el reposo. Su textura jugosa y su sabor equilibrado la hacen perfecta como primer plato, tapa o acompañamiento.
Aunque menos conocida en las Islas Baleares, la pipirrana encaja perfectamente con la tradición culinaria mallorquina, que también valora los productos de temporada y las preparaciones sencillas. Es fácil imaginarla en una mesa junto a una coca de verduras, un tumbet o un buen pan moreno.
Nutritiva, ligera y versátil, la pipirrana se presenta como una alternativa al gazpacho o a la ensaladilla rusa, sin complicaciones y con todo el sabor del sur. Ideal para quienes buscan platos sin artificios pero llenos de carácter.
Este verano, entre calderetas y barbacoas, quizás haya espacio para una ensalada que, sin ser local, sabe a Mediterráneo por los cuatro costados.
Poner piparra “a lo nostro” al trampo, es como llamarle catalán a lo mallorquín o hacer melón con mortadela. Una contaminación más, una hibridacion a desterrar.