La renta básica universal (RBU) se presenta como una iniciativa que garantizaría un ingreso mínimo a todas las personas por el mero hecho de existir, con el objetivo de combatir la pobreza y redistribuir la riqueza. Sin embargo, este concepto no está exento de polémica, y en países como España, donde existen mecanismos similares como el Ingreso Mínimo Vital (IMV), el debate sigue abierto sobre su impacto real en la sociedad y el mercado laboral.
El Ingreso Mínimo Vital en España ha beneficiado hasta agosto de 2025 a 764.905 hogares conformados por más de 2,3 millones de personas, según datos oficiales. Esta ayuda social está orientada a garantizar los recursos básicos a quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad económica y social, pero aún así existen voces críticas que advierten sobre sus posibles consecuencias negativas.
En este contexto, un empresario español afincado en China durante más de dos décadas, Adrián Díaz, aportó su opinión en una entrevista reciente en Con P de Podcast. Díaz apuesta firmemente por la inevitabilidad de que la renta básica universal se implemente en los países occidentales, aunque confiesa que no le gusta la idea. Su principal argumento es el riesgo de que se genere una clase de personas «inempleables», es decir, individuos que no participarán activamente en el mercado laboral.
El debate sobre la renta básica universal
El debate sobre la RBU suele girar en torno a dos posiciones contrapuestas. Por un lado, sus defensores la ven como un instrumento de igualdad y justicia social, capaz de reducir la pobreza crónica y ofrecer una red de seguridad económica básica que aumente el bienestar general. Por otro lado, sus detractores alertan del aumento potencial del gasto público y la deuda estatal, así como de un posible desincentivo para la búsqueda activa de empleo.
Díaz señala que, en el caso de que la RBU se implantase, algunas personas dejarían de buscar trabajo porque ya tendrían garantizados unos ingresos suficientes para vivir. Esta situación crearía una nueva categoría que él define como "inempleables": una porción de la población que, al contar con este ingreso básico, optaría por no reincorporarse al mercado laboral o incluso nunca llegarían a hacerlo.
Basándose en su experiencia en China, Adrián Díaz asegura haber observado ya ciertas tendencias similares, aunque parcialmente. Dado que la digitalización está cada vez más presente en el entorno doméstico y laboral, el cambio en la actitud de los trabajadores frente al empleo es una realidad creciente. En 2025, la inteligencia artificial (IA) empieza a tener un impacto palpable en el mercado laboral y se espera que transforme aún más las dinámicas de trabajo.
Esta innovación tecnológica también está influenciando las decisiones políticas y económicas en todo el mundo. En este sentido, el empresario español destaca que la RBU podría ser una medida que responde a esos cambios tecnológicos: compensar a quienes quedan desplazados por la automatización y los avances robóticos.
Modelos y ejemplos internacionales: Elon Musk y Sam Altman
Entre las voces influyentes que defienden la renta básica universal se encuentran figuras como Elon Musk, CEO de Tesla, quien en 2021 afirmó que, debido a la automatización acelerada, la RBU será una solución necesaria a largo plazo para compensar la pérdida de ingresos de los trabajadores afectados por máquinas cada vez más eficientes.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), aproximadamente un 14% de los trabajos en todo el mundo tienen un riesgo alto de ser automatizados, acentuando la necesidad de medidas que mitiguen los efectos negativos en el empleo.
Asimismo, Sam Altman, jefe de OpenAI, promovió el mayor experimento de renta básica en Estados Unidos, en el que miles de personas recibieron 1.000 dólares mensuales durante tres años. Los resultados mostraron que los beneficiarios disfrutaron de una mayor libertad para elegir empleos acordes con sus habilidades y aspiraciones, en lugar de aceptar trabajos por necesidad inmediata.