Para quienes nacieron en Baleares durante las décadas de los años 60 y 70, existe un vínculo curioso con ciertos nombres que dominaban la denominación de los recién nacidos en aquel momento. Un reciente estudio, basado en los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, pone de manifiesto cómo algunos nombres tradicionales se mantuvieron en la cima del ranking en las Illes Balears durante ese periodo.
Este análisis se centra en las tendencias de bautizo entre 1960 y 1979, una etapa en la que la identidad cultural y las preferencias sociales se reflejaban claramente en la elección de los nombres propios. La investigación destaca la persistencia de ciertos nombres masculinos y femeninos que marcaron, y aún marcan, a una generación definida hoy como la Generación X.
Antes de entrar en detalles numéricos, es importante subrayar que este trabajo evidencia cómo, a pesar de la estabilización en el liderazgo de los nombres, la diversidad de apelativos comenzó a expandirse al cierre de los 70, un síntoma de los cambios culturales que serían más notorios en las décadas siguientes.
Tendencias en los nombres masculinos de los años 60 y 70
En la primera década analizada (1960-1969), el nombre que destacó con mayor frecuencia para los varones en las Illes Balears fue Antonio. Según las cifras del INE, se registraron 3.013 nacimientos con este nombre, alcanzando una tasa de 74,6 por cada 1.000 niños.
Más atrás pero aún sólidos, Juan y Miguel ocuparon el segundo y tercer puesto respectivamente. Juan contó con 2.486 registros (61,6 por 1.000), mientras Miguel sumó 1.599 apariciones (39,6 por 1.000). Estos datos reflejan la preferencia por nombres tradicionales, mayormente vinculados a raíces culturales y religiosas que predominaban en España durante la posguerra y los años de la dictadura.
La predilección por Antonio como el nombre masculino más popular se mantuvo también durante la década siguiente (1970-1979). Sin embargo, aunque siguió liderando, su frecuencia disminuyó ligeramente a 3.001 registros (55,5 por 1.000), mostrando un descenso notable en la proporción pese a conservar el primer lugar.
Por su parte, Juan descendió más acentuadamente a 1.919 registros (35,5 por 1.000), y Miguel bajó a 1.393 apariciones (25,8 por 1.000). Esta disminución en los porcentajes apunta a una tendencia incipiente hacia una mayor variedad en la elección de nombres, probablemente influenciada por cambios sociales y culturales experimentados en la España de los años 70.
Nombres femeninos predominantes en Baleares durante dos décadas
En el caso de los nombres femeninos, la constancia fue similar aunque con ligeras variaciones en los puestos secundarios. En los años 60, Catalina fue la opción más común, con un total de 2.770 registros, lo que representa una tasa de 68,3 por cada 1.000 niñas.
El segundo lugar lo ocupó Margarita con 2.403 nombres registrados y una frecuencia de 59,3 por 1.000, y en el tercer puesto figuró Antonia, que fue utilizada en 2.281 ocasiones. Esta prevalencia demuestra cómo nombres femeninos tradicionales se mantenían firmes en la cultura local.
Durante los años 70, Catalina siguió siendo el nombre femenino más popular, aunque descendiendo a 1.976 registros (37,8 por 1.000). Mientras tanto, Margarita casi mantuvo su cuota con 1.891 apariciones (36,2 por 1.000). La tercera posición cambió, desplazando a Antonia y dando lugar a Francisca, que sumó 1.589 registros (30,4 por 1.000).
La caída en la frecuencia relativa de estos nombres no implica que perdieran popularidad absoluta, sino que la variedad de nombres aplicados tuvo un crecimiento constante, lo que refleja cambios culturales como la apertura social de España tras la Transición.