La canciller alemana, Angela Merkel, afirmó este lunes que prefiere un presidente de la Comisión Europea (CE) consensuado entre los líderes de los 28, pese a que esta fórmula de elección sea considerada «controvertida».
La jefa del Gobierno alemán realizó estas declaraciones al ser interrogada al respecto en la comparecencia que siguió a su encuentro en Cancillería con el primer ministro de Georgia, Irakli Garibashvili.
A su juicio, lo fundamental es que el nombramiento se realice dentro del «espíritu europeo» del consenso, para que el elegido tenga «la máxima mayoría» posible detrás.
La canciller dijo que trabaja «en todos sus encuentros» para que el candidato del Partido Popular Europeo (PPE), el luxemburgués Jean-Claude Juncker, obtenga la «máxima mayoría» en el Consejo Europeo, esto es, un amplio respaldo de los líderes de los Veintiocho.
Merkel reconoció así implícitamente que Juncker suscita recelos en algunos países.
Entre los líderes europeos que se han posicionado en contra del luxemburgués destacan los primeros ministros del Reino Unido, David Cameron, y Hungría, Viktor Orbán.
Según «Der Spiegel», Cameron le explicó la semana pasada a Merkel que, si Juncker sale elegido, él tendrá problemas para que el Reino Unido permanezca dentro de la UE y que probablemente se verá forzado a adelantar el referendo sobre la continuidad de su país en el bloque.
«A mí no me da igual que el Reino Unido sea o no sea miembro de la Unión Europea», aseguró Merkel a este respecto.
A su juicio, es más importante «el raciocinio que la rapidez» en esta decisión y más urgente definir el «programa» de la CE para los próximos cinco años que los nombres de quienes ocuparán los principales cargos en Bruselas.
De esta forma, la canciller volvió a dejar abierta la posibilidad de que no sea Juncker el próximo presidente de la CE, y que en su lugar sea elegido otro candidato de consenso.
Merkel recalcó la semana pasada que ella, como miembro del PPE, apoya a Juncker, pero que debía alcanzarse un gran acuerdo entre los Veintiocho, al que ella se sumaría ya no como presidenta de un partido conservador sino como jefa de Gobierno.
En el fondo subyace la polémica en torno al reparto de puestos en Europa tras las elecciones al Parlamento Europeo del 22-25 de mayo y las tensiones entre esta Cámara y el Consejo Europeo.
El Tratado de Lisboa prevé que, tras los comicios, el Consejo Europeo debe proponer un candidato para presidir la CE que posteriormente debe aprobar por votación el PE, pero no especifica si el elegido debe haberse presentado como cabeza de lista a las elecciones.