La aspirante demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, aceptó ser la próxima candidata de su partido a la presidencia de EEUU con un alegato a la esperanza contra el miedo y abanderando la fuerza de un país unido e incluyente frente los esfuerzos para dividir de Donald Trump.
Clinton subió al escenario para dejar claro que el partido que ahora lidera no está dispuesto a dejar espacio a las rupturas y comenzó por tender la mano a los seguidores de su rival en las primarias, el senador Bernie Sanders, quien en los últimos meses logró toda una «revolución política».
«Bernie, tu campaña inspiró a millones de estadounidenses, en particular a los jóvenes que dejaron sus corazones y sus almas en nuestras primarias. Has puesto la justicia económica y social al frente y al centro, donde pertenecen», dijo la ex secretaria de Estado.
«A todos sus seguidores aquí y en todo el país, quiero que sepáis que os he escuchado. Vuestra causa es nuestra causa. Nuestro país necesita vuestras ideas, vuestra energía y vuestra pasión», insistió Clinton a aquellos que no han cesado de apoyar al legislador ni hasta después de que concediera su derrota.
Prometió que, si gana las elecciones, será la presidenta de «todos» los estadounidenses, «de demócratas, independientes y republicanos», tanto de los que voten por ella como de los que no.
«Llevaré todas vuestras historias y voces conmigo a la Casa Blanca», reiteró ante los miles de asistentes a la Convención Demócrata, que culminó con su discurso tras cuatro días de reunión en Filadelfia.
Clinton no obvió que el momento que estaba protagonizando era histórico, al convertirse en la primera mujer aspirante a la presidencia de EEUU por uno de los dos grandes partidos y se dirigió a todas las mujeres del país.
«Recuerden que cuando una barrera se tumba en EEUU, allana el camino para todos. Cuando no hay techos, el cielo es el límite», aseguró entre aplausos.
Ante la atenta mirada de su esposo y expresidente Bill Clinton, la candidata advirtió de que EEUU afronta «un momento crucial» de su historia, especialmente ante «poderosas fuerzas que amenazan con separar» el país, mientras «los vínculos de confianza y respeto se deshilachan».
Por eso, insistió en la necesidad de crear una nación incluyente, donde «la economía no funcione solo para los de arriba» y donde «una reforma migratoria ofrezca un camino a la ciudadanía para todos aquellos que ya están contribuyendo» y se sienten parte de EEUU.
«No vamos a construir un muro. Sino que vamos a construir una economía donde todos los que quieran un buen trabajo puedan conseguir uno. (...) No vamos a prohibir una religión. Vamos a trabajar con todos los estadounidenses y nuestros aliados para luchar y derrotar al terrorismo», aseguró.
En ese sentido, Clinton arremetió contra su rival republicano, Donald Trump, a quien acusó de querer «dividir (al país) del resto del mundo» pero también «entre los unos y los otros».
«Quiere que temamos el futuro y que nos tengamos miedo entre nosotros», afirmó la también ex primera dama, poniendo fin a una Convención en la que han participado tanto negros, musulmanes y latinos como personas con discapacidad, militares o veteranos.
«Basta con la intolerancia y la grandilocuencia. Donald Trump no está ofreciendo un cambio real, está ofreciendo promesas vacías. Aquí está la triste verdad: no hay otro Donald Trump. Eso es todo», agregó.
Asimismo, la aspirante demócrata rechazó que el multimillonario sepa, como él mismo asegura, «más que los generales sobre el (grupo terrorista) Estado Islámico», y negó que el magnate esté cualificado para ser comandante en jefe del país.
«Donald Trump dice: 'Sé del Estado Islámico más de lo que saben los generales'. No Donald, no sabes», dijo la candidata.
«Un hombre al que le puedes provocar con un tweet, no es un hombre en el que podamos confiar con armas nucleares», reiteró, en alusión a las continuas batallas dialécticas que mantiene Trump en las redes sociales.
Clinton delineó también cuáles serán sus objetivos políticos al llegar a la Casa Blanca, desde hacer todo lo posible para evitar los abusos de Wall Street, hasta aprobar la reforma migratoria, lograr la igualdad salarial entre hombres y mujeres y reforzar la lucha contra el cambio climático.
Pero si algo definió su discurso fue un firme intento por unir a los estadounidenses sobre la idea de que son «más fuertes juntos», con un llamamiento al patriotismo.
«Sí, el mundo está observando lo que hacemos. Sí, el destino de EEUU está a nuestra elección. Así que vamos a ser más fuertes juntos, compatriotas. Vamos a mirar hacia el futuro con coraje y confianza», dijo.
«Vamos a construir un futuro mejor para nuestros queridos hijos y nuestro querido país. Y cuando lo hagamos, Estados Unidos será más grande que nunca», concluyó.