Decenas de miles de comunistas rusos y de otros países marcharon este martes por las calles de Moscú para conmemorar el centenario de la Revolución Bolchevique, aniversario abiertamente silenciado por el Kremlin.
«¡Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre!», señalaba la pancarta que encabezaba la marcha comunista, que concluyó con un multitudinario mitin frente a la céntrica estatua de Carlos Marx.
Como en los aniversarios que se celebraban durante la URSS, los manifestantes portaban banderas rojas con la hoz y el martillo y retratos de Lenin, el líder de la revolución y fundador de la Unión Soviética, y de su sucesor, Stalin.
«¡Lenin vivió, vive y vivirá!», rezaba la pancarta de cartón que portaba una anciana.
La diferencia es que en la Rusia actual el día de la Revolución ya no es festivo, sino una jornada laboral cualquiera, y los manifestantes tuvieron que marchar por la acera, entre las más caras boutiques de la ciudad y vigilados por cientos de efectivos antidisturbios.
Los manifestaciones comunistas siempre han sido pacíficas, pero el Kremlin no quiso jugar con fuego, a la vista de lo ocurrido el sábado durante el Día de la Unidad Nacional, cuando fueron detenidos varios cientos de ultranacionalistas.
«¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución! ¡El 'Aurora' pronto disparará!», gritaban los más atrevidos miembros del Komsomol, las juventudes comunistas, en alusión al crucero que dio inicio con su histórico cañonazo a la revuelta de Petrogrado en 1917.
El líder del Partido Comunista de Rusia y eterno candidato a la presidencia rusa, Guennadi Ziugánov, encabezaba la manifestación, junto al legendario actor y director de cine soviético Vladímir Menshov, ganador del Óscar a mejor película extranjera en 1979 con «Moscú no cree en las lágrimas».
«La Revolución de Octubre es un gran hito de la humanidad y de sus logros se hablará durante siglos», proclamó Ziugánov, quien estimó en un 88 por ciento el apoyo popular a dicho acontecimiento histórico, aunque las encuestas hablan de que los rusos están divididos al 50 por ciento.
La marcha, el único acontecimiento convocado este martes para recordar un acontecimiento que cambió la historia del mundo, arrancó en la Plaza Pushkin y terminó en la Plaza de la Revolución, tradicional lugar de reunión de los nostálgicos del régimen soviético.
«Somos afortunados. Estuvimos en el futuro, vivimos en la URSS», declaró Alexéi Ponomariov, diputado comunista.
Entre los presentes había un gran resquemor por la actitud del presidente ruso, Vladímir Putin, quien decidió ignorar completamente el centenario y que en los últimas semanas incluso se permitió criticar la Revolución.
El Kremlin se escuda en que los cataclismos históricos ocurridos hace un siglo aún dividen a la sociedad rusa, por lo que es mejor mantenerse al margen, más aún cuando Putin tiene previsto presentarse a la reelección en las presidenciales de marzo de 2018.
«Ha vuelto el zarismo. Putin es el nuevo zar», comentó Alexandra, una pensionista de 75 años.
En el mismo sentido, Yevgueni, un pensionista de 86 años, considera que Putin le ha dado la espalda a la URSS, ya que reconocer sus logros sería igual que aceptar que «Stalin no fue tan malo como se dice».
«Yo he venido con mi nieto de cinco años. Quiero que sea comunista como yo. Es el único sistema que defiende los intereses de todos. Putin sólo se apoya en los oligarcas, no en el pueblo llano», agregó Slava, de 65 años.
La mayoría de los manifestantes superaban con creces los 60 años, pero también había jóvenes que aún creen a pies juntillas en el ideario revolucionario y que despotrican contra el «capitalismo salvaje» instaurado en su país.
El centenario atrajo a una nutrida representación comunista internacional, en la que, además de los chinos con sus retratos del «Gran Timonel» Mao Zedong, había muchos manifestantes que hablaban español.
«¡Viva Cuba, viva Fidel!», coreaba un grupo de latinoamericanos con banderas de Argentina, Chile y Brasil, a los que secundaba una columna de comunistas llegados de Italia.
Se podían ver banderas argentinas y cubanas adornadas con el retrato del Che Guevara, pero también esteladas catalanas e ikurriñas vascas en manos de jóvenes españoles de ideología izquierdista.
Las banderas republicanas españolas también ondeaban en la marcha, en este caso portadas por miembros de la numerosa delegación enviada por el Partido Comunista de los Pueblos de España.
La marcha estuvo precedida por un desfile militar en la Plaza Roja que conmemoró el que tuvo lugar en 1941, en pleno asedio nazi, y que en esta ocasión contó con la presencia en la tribuna de honor de veteranos de esa histórica parada.
Y es que para el Kremlin sólo hay un acontecimiento histórico que une a todos los rusos y que se puede celebrar libre y abiertamente, y es la victoria sobre Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.