El acuerdo para la salida de Reino Unido de la Unión Europea presentado el miércoles por la primera ministra británica, Theresa May, ha provocado un terremoto interno en el seno de su Gobierno, que ha sufrido una cascada de dimisiones entre las que destaca la del ministro para el Brexit, Dominic Raab, interlocutor directo con Bruselas durante los últimos cuatro meses.
Todos los dimisionarios coinciden en sus frentes de discrepancia, que básicamente son la hipotética dependencia de las futuras decisiones que se adopten con la UE y una excepcionalidad en la frontera irlandesa que puede poner en peligro incluso la «integridad» de Reino Unido, como ha advertido Raab.
«No puedo encajar los términos del acuerdo propuesto con las promesas que hicimos al país en nuestro programa electoral. Es (...) una cuestión de confianza pública», ha alegado el ya exministro del Brexit en su carta a May, difundida también en su cuenta oficial de Twitter.
Raab ha basado su decisión en dos razones, la primera de las cuales pasa por sus discrepancias con el régimen regulatorio propuesto para Irlanda del Norte, en la medida en que, según su opinión, «supone una amenaza muy real para la integridad de Reino Unido».
Tampoco considera conveniente que la solución de emergencia o 'backtop' pueda ser «indefinida» y que la UE pueda tener en un futuro capacidad de «veto» para la ruptura definitiva. «Los términos del 'backstop' equivalen a mezclar las obligaciones de la unión aduanera y del mercado único», ha afirmado en la misiva.
En este sentido, ha señalado que «ninguna nación democrática ha firmado nunca un régimen tan amplio, impuesto desde el exterior sin ningún control democrático sobre las leyes que se aplican y sin la capacidad para decidir salir del acuerdo». Raab ha lamentado que el texto actual solo sirva como «punto de partida para negociar el marco económico futuro», porque considera que coarta la segunda fase de las negociaciones.
Raab ha evitado en su carta una crítica frontal a May y ha aplaudido la «fortaleza» con la que ha encarado estos «momentos difíciles», pero ha explicado que no se siente capacitado para seguir en su actual puesto. «Se merece un ministro del Brexit que pueda defender el acuerdo que promueve con convicción. Lo siento pero, siendo sincero, yo no puedo», ha agregado.
La viceministra Suella Braverman, miembro destacado de la oficina de Raab, ha seguido sus pasos planteando que el plan de emergencia para Irlanda del Norte «no es Brexit» y ha lamentado que las medidas excepcionales dejan a Reino Unido sin «las principales ventajas competitivas» que se le presuponían a la ruptura con el bloque comunitario. Además, el establecimiento de diferentes regímenes en Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido «amenaza con romper» el país.
Braverman ha dicho que, aunque en aras del «pragmatismo», es necesario hacer «concesiones» en una negociación de este calibre, las concesiones en las que habría incurrido Londres «no respetan la voluntad» de la mayoría de la población que votó 'sí' en el referéndum.
El secretario de Estado británico para Irlanda del Norte, Shailesh Vara, ha dimitido alegando que el acuerdo no tiene en cuenta las opciones planteadas en la consulta de 2016. Entonces, «el referéndum sobre al UE ofreció una elección simple, seguir en la UE o abandonarla», pero la opción actual se quedaría «a medio camino» entre las dos opciones.
«Estaremos atrapados en un acuerdo aduanero indefinidamente, vinculados por leyes determinadas por la UE y sobre las que no podremos opinar», ha dicho Vara, quien ha reclamado respeto para la «integridad económica y constitucional» de Reino Unido. Así, ha lamentado que Londres puede limitarse a «obedecer normas» ajenas.
La ministra de Trabajo y Pensiones de Reino Unido, Esther McVey, también coincide en que el texto «no respeta el resultado del referéndum» y «amenaza la integridad» del país.
En términos económicos, «significa entregar unos 39.000 millones de libras a la UE sin nada a cambio». «Quedaremos atrapados en una unión aduanera, a pesar de que prometiste de forma específica al pueblo británico que no sería así», ha lamentado McVey, que teme que Londres se quede «con las manos atadas» para negociar acuerdos comerciales con otros actores.
Camino hacia el Brexit
El presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, ha anunciado este jueves la celebración de una cumbre europea el próximo 25 de noviembre para «finalizar y formalizar» el Acuerdo de Salida de Reino Unido de la Unión Europea, después de que Londres y Bruselas hayan dado su visto bueno al documento negociado a nivel técnico.
La 'premier' británica logró el miércoles el apoyo de los ministros de su Gobierno a su borrador de acuerdo con la Unión Europea para el proceso de divorcio, pero aún le espera el trámite más complicado: la aprobación de su plan en el Parlamento.
El camino hasta llegar a este punto tampoco ha sido fácil y ha evidenciado discrepancias internas en el Gobierno de Reino Unido sobre el enfoque que debían adoptar las negociaciones y los objetivos a conseguir, lo que ha debilitado la posición de May como primera ministra.
El pasado viernes, dimitió el ministro de Transportes, Jo Johnson, aunque hasta ahora las renuncias más sonadas habían sido las de David Davis, antecesor de Raab como ministro para el Brexit, y Boris Johnson, exresponsable de Exteriores. Johnson, de hecho, ha sido un nombre recurrente en las quinielas como potencial sucesor de May en Downing Street.
El dirigente laborista Jon Trickett ha recordado que, con las últimas salidas, son ya 20 los miembros del Gobierno que han renunciado a sus puestos en los dos años que lleva May como primera ministra, según la agencia de noticias Reuters. Por este motivo, considera que a la 'premier' «no le queda autoridad» y es «claramente incapaz» de poner de acuerdo incluso a su propio equipo --"por no hablar del Parlamento y de la ciudadanía», ha apostillado--.