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Pandemia de coronavirus

Los niños argentinos regresan a las aulas tras casi un año de clases virtuales

Un grupo de escolares esperando para entrar en las aulas en un colegio de Buenos Aires. | AGUSTIN MARCARIAN

| Buenos Aires |

Las clases escolares presenciales volvieron a Buenos Aires y diversas provincias argentinas tras casi un año sin apenas actividades en los colegios por la pandemia de la covid-19, en el inicio de un curso rodeado de polémica por las diferencias políticas y sindicales ante el peligro a los contagios.

Tras las vacaciones de verano, el nuevo ciclo lectivo comenzó a desarrollarse este miércoles de forma presencial, rodeado de medidas sanitarias, en algunos niveles educativos de la capital y en Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy, así como con actividades de refuerzo en la provincia de Buenos Aires, mientras que el resto de distritos lo harán en sucesivas semanas hasta mediados de marzo.

«Es algo esperado por todos y todas, un regreso cuidado en la complejidad que seguimos transitando. Es una escuela diferente a la de la prepandemia, que tiene que aplicar los protocolos», dijo a radio El Destape el ministro de Educación, Nicolás Trotta, seguro de la necesidad de lograr un equilibrio entre el derecho a la educación, la presencialidad y el cuidado de la salud.

El pasado viernes se oficializó la decisión del retorno a las aulas en todo el país, en su mayoría combinadas con la modalidad virtual, durante una reunión entre las autoridades del Gobierno nacional con los ministros de Educación de las 23 provincias y de la ciudad de Buenos Aires.

CASI UN AÑO DE VIRTUALIDAD
La irrupción de la pandemia obligó en marzo de 2020 a suspender las clases presenciales del curso que recién empezaba en Argentina. Y si bien se optó por la virtualidad, pronto se hicieron patentes las limitaciones del formato y los desequilibrios en un país con un inmenso territorio y más del 40 % de su población en la pobreza, donde no todas las familias tienen acceso a internet.

El Gobierno editó cuadernos educativos para usar en el confinamiento e impulsó contenidos por internet y la radio y la televisión públicas, pero el debate de volver a las aulas no tardó en ponerse sobre la mesa y crear polémica, en especial por las críticas de la principal coalición opositora a los efectos de la «cuarentena eterna» en la economía y la educación.

Aunque en julio se establecieron protocolos para el regreso a las escuelas, sólo se reanudaron parcialmente en algunas provincias y de modo temporal. «Los aprendizajes que no pudieron alcanzarse en el 2020 serán abordados en el 2021, entendiendo ambos años lectivos como una unidad pedagógica permitiendo la intensificación de la enseñanza, la reorganización curricular y la acreditación de dicha unidad temporal», expresaron las autoridades tras su reunión del viernes.

LA NUEVA NORMALIDAD
Este miércoles, las frenéticas calles de Buenos Aires recobraron parte de la normalidad perdida hace casi un año. De nuevo, papás y mamás volvieron a agarrar de la mano a sus hijos, cargados con sus mochilas: hoy fue el turno de 370.493 estudiantes de educación infantil, los primeros tres grados de primaria y modalidad especial y los dos iniciales de secundaria.

«Nos habíamos comprometido a empezar hoy y empezamos, pero se venía trabajando muchísimo para poder llegar a este día y tener a los chicos con la mayor presencialidad posible y de forma cuidada», dijo en un acto el alcalde Horacio Rodríguez Larreta, opositor al Gobierno nacional de Alberto Fernández.

En las próximas semanas lo harán el resto de estudiantes en todos los establecimientos escolares públicos y privados de la ciudad, que incluyen a un total de 785.152 alumnos.
Para ello, ya se ha ampliado la autorización de uso del transporte público -que está acotado desde marzo pasado- para estudiantes, docentes y trabajadores educativos, aunque deberán sacar el permiso de circulación.

El protocolo expresa que los alumnos regresen a la escuela de lunes a viernes, al menos en una jornada de 4 horas en formato de 'burbujas' por grado, sala, curso o año y con un ingreso a los centros de forma escalonada, cada 10 minutos, con la toma de la temperatura y aplicación de alcohol en gel.

El tapabocas es obligatorio desde los 5 años y se les da máscaras de acetato a los docentes. Además, en los últimos días el Gobierno capitalino abrió tres centros de testeo para que el personal pueda testearse gratis y voluntariamente, algo que ya hicieron unos 110.000 trabajadores.

«Todos los chicos que ingresan tienen que utilizar tapabocas durante todo el día, los docentes usan una mascarilla para cuidarse, hay distanciamiento de un metro y medio. Los recreos siguen existiendo pero no se van a cruzar las burbujas, y en las aulas y en los espacios donde vamos a trabajar, tiene que haber mucha ventilación», detalló la ministra de educación porteña, Soledad Acuña.

LA AFRENTA SINDICAL
Al siempre problemático inicio del curso en Argentina, que suele estar acompañado de huelgas docentes en algunos distritos por los reclamos de aumentos salariales para enfrentar la alta inflación, este año se sumó la disconformidad de algunos sindicatos con el regreso a las aulas durante la pandemia.

En la capital, la Unión de Trabajadores de la Educación, el principal gremio, que engloba a 15.000 trabajadores, convocó a una jornada de «organización, lucha y difusión» en rechazo al protocolo del Gobierno local, «por ambiguo, impreciso, contradictorio, parcial e insuficiente para garantizar la salud de la comunidad educativa».

Más allá fue Ademys, con unos 3.000 trabajadores, que llamó a una huelga de 72 horas «frente al intento de vuelta a clases presenciales sin condiciones epidemiológicas, ni de infraestructura ni salariales», según un comunicado facilitado a Efe.

Argentina ha registrado desde el inicio de la pandemia 2,03 millones de personas con covid-19, de las que 144.337 aún padecen la enfermedad y 50.432 han fallecido.
Asimismo, según el Ministerio de Salud, hasta el viernes pasado 367.665 personas -de momento solo trabajadores sanitarios- habían sido vacunadas con la primera dosis y 222.185 con la segunda de la vacuna Sputnik-V.

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