Uno de los principales temores de Europa alrededor de la crisis de Ucrania se centra en la cuestión energética. La posibilidad de que Vladímir Putin decida cerrar el grifo del gas en un contexto de ruptura de relaciones con Occidente puede desembocar en un descalabro energético de primer orden. Mientras los acontecimientos se contienen y aumenta la presión, la Vieja Europa busca alternativas por si la diplomacia no fuera suficiente. ¿Dónde puede surtirse el deficitario mercado energético comunitario si Rusia cancela sus exportaciones de combustibles fósiles? Existen varias opciones y en algunas nuestro país juega un papel destacado.
Buques gaseros en alta mar, el 'servicio a domicilio' vive su agosto en pleno invierno. No es un fenómeno nuevo pues ya se vivió algo similar hace cinco años, aunque el consumidor y el pequeño empresario recuerdan mejor lo ocurrido en nuestro país a partir de enero de 2021, cuando arrancó el alza histórica de la factura eléctrica en España. En este incremento del precio tiene mucho que ver el uso que se hizo de las centrales de ciclo combinado, industrias que se sirven del gas natural para la generación eléctrica y su repercusión en el precio de la materia es claro. ¿Cómo llega esta hasta su destino?
Una de las vías más en boga en los últimos tiempos es la marítima, por distintas circunstancias geopolíticas. La cosa va así: los barcos especializados en la carga de gas licuado hacen vida prácticamente perenne en alta mar, esperando la oferta del mejor postor. Cuando esta llega se desplazan hasta el puerto apto para su actividad más cercano, según explican fuentes del sector energético. Si el frío aprieta y el mercado internacional incrementa su demanda al mismo tiempo se producen las condiciones idóneas para la tormenta perfecta. El precio del gas sube y los intermediarios se cubren de oro con la transacción.
Mientras tanto la Unión Europea se mueve al más alto nivel con los Emiratos. Estos pasados días se ha conocido sendas conversaciones entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani. Sobre la mesa, una premisa clara: Europa debe diversificar su suministro de gas y reducir la dependencia de Rusia en plena crisis de Ucrania. «Es importante fortalecer la seguridad energética de Europa con socios fiables», remarcó la alemana en las redes sociales.
La fiabilidad de Qatar es mencionada en varias ocasiones en los reportes de prensa, y Estados Unidos también trabaja en la misma línea como suscribe la reunión entre Biden y el emir en la Casa Blanca. Curiosamente España puede jugar una baza muy importante en esta materia a través de sus centrales gasísticas en el litoral mediterráneo. Para ello debe darse una condición: que la situación en el Magreb vaya retomando su propia normalidad en cuanto al suministro energético se refiere.
Recordemos que un conflicto entre Argelia, principal productor del norte de África, y su vecino Marruecos propició la inutilización de uno de los gasoductos que transportaban la materia prima hasta España. La prensa nacional ha establecido que los envíos han caído cerca de un 15 por ciento en las últimas semanas, algo que hace que aumenta la dependencia de los barcos metaneros. Desde el principio la administración argelina ha trabajado en rediseñar la red de distribución para suplir esa carencia. Cuando culminen esos trabajos y si se incrementa la capacidad exportadora a través de este canal, tal vez España pueda no solo obtener gas natural a buen precio; también bombear gas argelino hacia Europa y así aportar otra fuente más a sus socios para conseguir un producto con una influencia clara y definitoria en las finanzas y en nuestras vidas.
El dato
Dependencia europea
El 41 % de las importaciones de gas natural al bloque comunitario provienen de Rusia, según datos de Eurostat para 2019, que sitúan también a Qatar como cuarto mayor proveedor en términos regionales, con un 5,2 % de todas las compras de este recurso.
Diversificar su cartera de proveedores y reducir la dependencia del gas ruso es uno de los grandes objetivos que se ha marcado el bloque comunitario desde hace tiempo, a pesar de que Berlín y Moscú sacaron adelante su plan para aumentar las importaciones de gas a través del Nord Stream 2, todavía pendiente de autorización para operar.