Algunos medios de comunicación españoles, aunque no todos, se han fijado en la figura de un corresponsal de guerra vasco en el actual contexto de invasión rusa de Ucrania. Pablo González, nieto de un niño de Rusia desplazado para cubrir la actualidad informativa derivada del conflicto, hace más de tres semanas que permanece retenido por parte de las autoridades de Polonia, país vecino de Ucrania y miembro de la Unión Europea (UE), así como de la OTAN.
Hace más de veinte días que sus abogados no pueden contactar con él. Ni su letrado Gonzalo Boye –quien defiende entre otros los intereses del expresidente catalán Carles Puigdemont–, ni tampoco la abogada de oficio que le han asignado en el país centroeuropeo han podido reunirse con él, por lo que denuncian «incomunicación fáctica» del arrestado, sobre el cual no pesan cargos al menos de forma pública. Hay quien en su entorno cree que este aislamiento es intencionado. «O no está en condiciones o bien quieren que reconozca hechos que él no cometió», agregan fuentes del mismo.
Este pasado jueves, al cumplirse 25 días sin noticias del periodista Pablo González, las autoridades polacas han decretado que el reportero español que colaboraba informando sobre el conflicto ucraniano con medios de comunicación nacionales como el diario Público o La Sexta, entre otros, permanezca en prisión provisional hasta el 29 de mayo.
Reporteros sin Fronteras (RSF) denunció que su caso infringía derechos fundamentales hace ya algunas fechas. Su último contacto con el exterior fue una llamada a su esposa el día de la detención, el pasado 28 de febrero, poco tiempo después del inicio de la guerra en Ucrania. Una corta reunión con el cónsul español hace ya días resultó infructuosa. Las autoridades polacas le acusan de espionaje y se encuentra encarcelado en una cárcel al sudeste del país, no muy lejos de la frontera con Ucrania.
A la vista de las informaciones disponibles, las autoridades de Polonia le acusan de espiar para favorecer los intereses rusos. Lo único verificado en estos momentos es que su madre es hija de uno de los niños que huyeron a Rusia escapando de la guerra en España. Según explica La Vanguardia el reportero preso nació en Moscú en 1982 y fue registrado en primera instancia con el nombre de Pavel.
Al divorciarse su madre fue a vivir a España con su hijo, y ella lo registró con su nombre y su apellido españoles. Así lo atestigua un trámite realizado en el Registro Civil en 1991. Ello, según el rotativo catalán, explica el origen de las dos identidades de sus pasaportes. Según El País, su nombre ruso es esgrimido por las autoridades polacas como un alias para su supuesta actividad de espionaje. La cuestión ha adquirido cotas más elevadas de actualidad en las últimas horas, mediante una pregunta parlamentaria al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.
El apunte
Los tribunales decidirán
El ministro español de Asuntos Exteriores ha confirmado que la acusación de espiar para Rusia que pesa sobre el periodista español Pablo González es «muy grave», y que serán los tribunales de Polonia los que tendrán que tomar una decisión al respecto. Albares, en respuesta al diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, amigo personal de González que considera su prisión provisional una actuación «irregular», ha rehusado criticar a Polonia y se ha limitado a señalar que González ha recibido toda la atención que le ha podido prestar desde el consulado. Iñarritu, a su vez, ha pedido al Gobierno que denuncie lo que está haciendo la Fiscalía, «un verdadero escándalo» a su parecer. Según Albares el tema del idioma hace que la comunicación sea «complicada», aunque su departamento no se olvida de esta cuestión.