El presidente de Rusia, Vladímir Putin, teme ser atacado o envenenado a consecuencia de la invasión que ha ordenado en Ucrania, motivo por el que ha adoptado estrictas medidas de seguridad para protegerse. La BBC las ha dado a conocer estos días. El Servicio de Seguridad Presidencial de Rusia es el encargado de la seguridad del líder ruso; este organismo depende del Servicio Federal de Protección de Rusia, que tiene su origen en la antigua KGB de la que el propio Putin formó parte.
El sistema de seguridad del presidente de Rusia está organizado en círculos, concretamente en cuatro. El más cercano está integrado por sus guardaespaldas personales; el segundo círculo lo componen guardias secretos, que pasan desapercibidos entre el público. El tercero círculo se encarga de rodear el perímetro de la multitud con la finalidad de evitar que entren sospechosos. El cuarto y último está formado por francotiradores que se colocan en los techos de los edificios en los que se encuentra Putin.
El Servicio de Seguridad Presidencial de Rusia cuenta con el apoyo de la 'Guardia Nacional de Rusia', que fue creada por Putin en 2016, y está integrada por unas 400.000 personas. Stephen Hall, académico experto en Rusia de la Universidad de Bath (Reino Unido), ha considerado que se trata de «un número enorme, las unidades de seguridad para presidentes como el de Estados Unidos no están ni cerca de esa cifra». Además, ha añadido que «todos saben que son en gran medida guardaespaldas personales de Putin».
Putin teme ser envenenado
El líder ruso tiene miedo a ser envenenado, motivo por el que tiene a su servicio a una persona que se encarga de probar previamente todo lo que va a comer. Según Mark Galeotti, experto en seguridad rusa y director de Mayak Intelligence, se trata de «un estilo que se acerca más a un monarca medieval que a un presidente moderno». Las precauciones llegan a tal extremo que cuando viaja fuera de Rusia «se llevan toda la comida y bebida que él va a consumir. Así, por ejemplo, si hay un brindis oficial con champán, él toma de la botella que su equipo le trae, no de la del resto».
Otra de las medidas de seguridad de Putin es que no utiliza teléfono móvil, por temor a ser espiado. También desconfía de Internet, puesto que lo considera «un proyecto de la CIA». Por este motivo, «apenas usa Internet, es bien sabido que no le gustan los teléfonos. Y bueno, seamos honestos, desde el punto de vista de la seguridad, Putin tiene toda la razón. Los teléfonos inteligentes no son muy seguros», ha explicado Galeotti. A su modo de ver, «Putin vive muy aislado. El círculo de personas que lo rodea ha disminuido drásticamente. Ya no viaja por el país y su aparición en eventos públicos es bastante inusual. Los guardias de seguridad son de las pocas personas con las que Putin tiene una relación personal». En este sentido, ha añadido que «a Putin no le gustan los helicópteros; se suele trasladar con una caravana masiva, con motociclistas, muchos coches grandes negros, camiones... Para este tramo, se bloquea cualquier dron que pueda haber en el espacio aéreo y se detiene el tráfico»
El presidente ruso «comienza su día con tres documentos informativos de seguridad» en papel. Uno es de lo que está pasando en el mundo, otro es de lo que está pasando en Rusia y, el tercero, es sobre lo que está sucediendo dentro de la élite. «Para él, esta es la información más importante y la que va a definir su día. Recuerdo haber hablado con diplomáticos y personal del Ministerio de Relaciones Exteriores que me dijeron estar frustrados porque si ellos tienen una información que choca con la de sus servicios de inteligencia, Putin tenderá a asumir que sus espías tienen la razón y que los diplomáticos están equivocados», ha manifestado Galeotti.
La guerra no es lo único que ha hecho incrementar las medidas de seguridad de Putin, con la pandemia de la COVID-19 hizo obligatoria una cuarentena de dos semanas a cualquier persona que quiera verlo. Además, todas sus personas de confianza están bajo un riguroso control médico, que incluye la realización de PCR con frecuencia. El general James Clapper, que supervisó la CIA, el FBI, la NSA y que fue uno de los principales asesores del presidente Barack Obama, ha desvelado que «Putin ha estado en gran medida aislado, particularmente en los últimos dos años con la pandemia, y lo que agrava es el hecho de que tiene muy pocas personas que realmente tienen acceso a él, lo que hace que sea muy difícil recopilar inteligencia en la que tienes fe y confianza».