Una semana después de que las tropas rusas emprendieran su retirada de la provincia de Kiev, las capital ucraniana comienza a recuperar cierta normalidad, con más gente por la calle, menos presencia militar y la paulatina apertura de más establecimientos. Desde el repliegue del Ejército ruso del norte de Ucrania, Rusia se concentra ahora en lanzar una «última gran ofensiva» en el este del país, donde aspiran a controlar la región del Donbás, además de la asediada ciudad de Mariúpol, al sur, que conectaría el mar de Azov con la anexionada Crimea. Aunque ya hace varios días que los rusos abandonaron la provincia de Kiev, los habitantes de la capital han tardado en confiarse y salir a las calles, que han estado prácticamente desiertas durante los más de cuarenta días de guerra, plagadas de barricadas y controles militares.
«Ya tenía ganas de salir, respirar y hacer algo parecido a vida normal. Olvidarme del horror visto estos últimos días», señaló a Efe Irina, una kievita que ojeaba las prendas en una tienda de ropa que hoy reabría sus puertas por primera vez desde la invasión en la céntrica avenida Khreschatyk de Kiev. Irina se refiere a los centenares de cadáveres que están apareciendo en las áreas que estuvieron bajo ocupación rusa al noroeste de la capital, como Irpin, Hostomel, Bucha y Borodianka, donde aparentemente se han producido crímenes de guerra a manos de las fuerzas rusas con la masacre de civiles. Según la Fiscalía, han aparecido ya más de 400 cadáveres de civiles -algunos maniatados o con signos de tortura- en las zonas liberadas de la provincia de Kiev, donde ha quedado un rastro de devastación, con áreas completas reducidas a ruinas y escombros y restos quemados de tanques y vehículos militares. Mientras los ucranianos digieren lo ocurrido a las puertas de Kiev, en el centro de la capital hoy regresó una aparente normalidad, con familias paseando por las calles, parejas de la mano, jóvenes en patinete o bicicleta, mientras que el tráfico es mucho mayor, sin llegar a los atascos preguerra.
El buen tiempo, con temperaturas que han alcanzado los 20 grados frente a la nieve de hace tres días, también ha ayudado a que la gente salga a la calle y abran las primeras terrazas, más cafés y restaurantes. En esa misma avenida Khreschatyk, Igor, un ingeniero informático que nunca se planteó abandonar la capital, paseaba hoy con su bicicleta, algo que antes de la guerra hacía a diario. «Necesitaba olvidarme por un rato de que seguimos en guerra», indicó este joven de 27 años, que no termina de fiarse de que los rusos se hayan ido para siempre.
De hecho, el alcalde de Kiev, Vitaliy Klychko, indicó ayer que muchos habitantes que huyeron de las bombas están comenzando a volver, pero pidió a los que aún no lo han hecho que «esperen un poco más». «La amenaza de un bombardeo sobre la ciudad sigue siendo probable», alertó el exboxeador. «Todos esperamos que el enemigo haya dejado de intentar capturar el corazón de Ucrania, Kiev; pero debemos estar preparados para todos los escenarios», señaló el alcalde en su canal de Telegram. El jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el general de brigada Oleksandr Hruzevych, también advirtió hoy en una rueda de prensa de que «el Ejército ruso puede intentar reanudar la ofensiva a Kiev». «Esto podría suceder en el caso de una ofensiva exitosa del Ejército ruso en el este de Ucrania, donde una gran parte de las tropas enemigas se despliega ahora para reforzar a las ya presentes», explicó. El militar indicó que Rusia fracasó en su estrategia de «poner de rodillas a todo el país», para lo que querían capturar la capital del país, pero ahora «han reorientado sus fuerzas para lograr al menos uno de sus objetivos principales con la invasión, hacerse con el control de las provincias de Donetsk y Lugansk». Ante esa eventualidad, Hruzevych indicó que se sigue reforzando y expandiendo la línea defensiva de la capital, además de organizar nuevos entrenamientos de personal militar.