Las negociaciones para un alto el fuego en Ucrania se torcieron este jueves entre acusaciones de que Kiev ha dado marcha atrás a algunos de los acuerdos alcanzados con Rusia en Estambul, mientras que el Donbás está a la espera de una inminente ofensiva final de las tropas rusas. «Vemos que el régimen de Kiev está controlado por Washington y sus aliados, que empujan al presidente Volodímir Zelenski a continuar las acciones militares», afirmó Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, en un vídeo difundido por su departamento.
Las discrepancias en la mesa de negociaciones coinciden con la condena internacional de los «crímenes de guerra» supuestamente cometidos por las tropas rusas en la región de KIev, especialmente en Bucha, símbolo de la brutalidad de la contienda. La retirada de las tropas rusas de la región de Kiev y de Chernígov y su reagrupación para centrarse en la conquista del este del país parece haber cambiado las cartas en manos de cada bando en conflicto, aunque ninguno parece dispuesto, por el momento, a renunciar a las conversaciones.
Lavrov, que ya vinculó hace días el «montaje» de Bucha con el interés en torpedear las negociaciones, denunció hoy un retroceso en las negociaciones debido a un repentino cambio de postura de Kiev, al que acusó de intentar «alargar» e incluso «abortar» el proceso. Precisó que el miércoles la parte ucraniana presentó «su proyecto de acuerdo» que abandona «puntos muy importantes» consensuados en la reunión del 29 de marzo en Estambul. «En ese documento los ucranianos formularon claramente que las futuras garantías de seguridad a Ucrania no se extenderían a Crimea y Sebastópol. En el proyecto de ayer esa clara afirmación está ausente», explicó. «Figura la idea de que los asuntos de Crimea y el Donbás se abordarán en la reunión de los presidentes de Rusia y Ucrania. Todos recordamos cómo el presidente Zelenski aseguró más de una vez que dicha reunión es posible solamente después del cese de las acciones militares», subrayó. Agregó: «La idea es evidente, pero inadmisible». «Seguramente en la próxima etapa la parte ucraniana pedirá la retirada de las tropas, añadiendo más y más condiciones», agregó.
Además, Kiev también habría modificado la cláusula respecto a que, como Ucrania acepta el estatus neutral, no nuclear y al margen de bloques militares, cualquier ejercicio militar en su territorio con participación de «contingentes extranjeros» sólo se podría celebrar con el acuerdo de «todos los países garantes, incluido Rusia». Según el jefe de la diplomacia rusa, en la nueva propuesta ucraniana «ese punto inequívoco ha sido modificado», ya que ahora Kiev sí podría celebrar maniobras «con el beneplácito de la mayoría de los países garantes, sin ninguna alusión a Rusia». Pese a «todas las provocaciones, la delegación rusa continuará el proceso negociador, presentando nuestro proyecto de acuerdo en el que están plasmadas de manera clara y completa nuestras posiciones claves iniciales y nuestras demandas», recalcó. En respuesta, el asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podoliak defendió que su delegación se comporta de manera responsable y acusó a Moscú de «presionar» a Kiev con declaraciones especulativas y provocadoras. «Lo importante es la fórmula de garantías de seguridad propuesta por Ucrania. Una fórmula clara, ponderada y con una gran cantidad de contrapesos», dijo.
Por su parte, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitró Kuleba, se mostró dispuesto a reunirse con su homólogo ruso «si eso ayuda a parar la guerra». «Estoy preparado para reunirme con él si nos ayuda a parar la guerra», dijo Kuleba después de entrevistarse en Bruselas con representante de los países de la OTAN. No obstante, precisó que por lo que oye «públicamente del señor Lavrov», no es «optimista». «Cada comentario que hace Lavrov está menoscabando y bloqueando las negociaciones», afirmó. Kuleba señaló que «el hecho de que (Lavrov) justifique el bombardeo de un hospital en Mariúpol y las atrocidades en Bucha y los crímenes de guerra en otros pueblos y ciudades de Ucrania y que los tilde de mentiras, le convierte en cómplice de este crimen».
Mientras, el Ejército ruso se prepara para lanzar en cuestión de «tres o cuatro días» la ofensiva final en el Donbás, según las autoridades de Lugansk leales a Kiev. El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Ucrania confirmó «los preparativos de la operación ofensiva en el este de Ucrania, que tiene como objetivo establecer el control total sobre el territorio de las regiones de Donetsk y Lugansk». La Administración Militar de Donetsk informó hoy de un martilleo constante con artillería pesada a lo largo de toda la línea de separación de fuerzas. En el centro de la ciudad portuaria de Mariúpol (mar de Azov) los principales combates ya han terminado, según las milicias separatistas, aunque Kiev subrayó que sus tropas siguen resistiendo. El Instituto para el Estudio de la Guerra, de Estados Unidos, afirma en su último boletín que Rusia continúa redistribuyendo fuerzas en el eje hacia Slaviansk, que su ejército «no se ha asegurado ningún avance de calado» y que no parece disponer de «una potencia ofensiva suficiente para romper las defensas ucranianas en un ataque frontal». Al respecto, Kuleba, quien subrayó que lo que necesita su país son «armas, armas y armas», vaticinó que la batalla en la región del Donbás «recordará a la Segunda Guerra Mundial». En una demostración de que Kiev espera lo peor, las autoridades ucranianas han pedido a la población civil que abandone, además de las regiones de Donetsk y Lugansk, las de Járkov y Dnipró, ya que después puede ser ya demasiado tarde.