Al menos 96 personas fueron detenidas en diversos altercados durante la noche de la fiesta nacional francesa, entre el viernes y el sábado, que en cualquier caso tuvo muchos menos incidentes que el pasado año, como lo muestran los 255 vehículos incendiados, un 40 % menos. El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, quiso subrayar este sábado por la mañana con las cifras todavía provisionales en su cuenta de Twitter esa «baja importante» de los daños materiales, y lo atribuyó «a nuestras fuerzas del orden, a su presencia y a sus cuantiosos controles preventivos efectuados».
Ante el riesgo de que pudiera producirse un nuevo estallido como el de los disturbios que se prolongaron durante una semana a partir del pasado día 27 tras la muerte de un joven en la ciudad de Nanterre por un tiro policial cuando trataba de saltarse un control, Darmanin había decidido un despliegue masivo de agentes por la fiesta nacional del 14 de julio. En total, 45.000 policías y gendarmes salieron a la calle tanto en la noche previa como en la posterior a ese 14 de julio, en la que resultaron heridos 7 de ellos, cuando en la misma fecha de 2022 habían sido 21. Se contabilizaron 51 episodios en los que se utilizaron artificios pirotécnicos contra las fuerzas del orden, frente a los 333 un año antes.
Desde el 27 de junio y el inicio de los disturbios en barrios sensibles de muchas ciudades francesas, la Policía había requisado unos 165.000 morteros, los artificios pirotécnicos más temidos en esos ataques. Los festejos del 14 de julio tradicionalmente terminan con fuegos artificiales. Los más populares son los de la torre Eiffel de París, que presenciaron en la calle decenas de miles de personas en los alrededores. En la capital y en su periferia inmediata se habían movilizado 10.000 policías y gendarmes.