El Tribunal de Apelación de Milán (norte de Italia) declaró este martes ilegal el reconocimiento del Ayuntamiento de la ciudad de los hijos de tres parejas de mujeres nacidos con procreación asistida en el extranjero, revocando una sentencia en primera instancia y apelando a que se regule la materia con leyes «adecuadas».
Los jueces acogieron favorablemente el recurso de la Fiscalía contra la decisión adoptada en junio pasado que consideraba válidas las transcripciones de los reconocimientos de los niños y declararon ilegales las inscripciones «en el Registro de Actas de Nacimiento de la Doble Maternidad del Niño».
«La Corte reconoce que se requiere la intervención del Legislador, único sujeto capaz de operar un articulado diseño normativo adecuado para establecer de manera correcta los derechos de los sujetos involucrados en la sucesión reproductiva humana médicamente asistida», indicó la presidencia del Tribunal en un comunicado.
De esa forma será posible lograr «el equilibrio de derechos de rango constitucional que no deben encontrarse en conflicto entre sí, incluidos los del hijo que está por venir, sujeto capaz de derechos, en su ser y en su devenir», explican los magistrados, al apelar a que el Parlamento adopte una legislación clara al respecto. Esta sentencia se suma a las últimas medidas judiciales muy criticadas por las asociaciones LGBTQ, que las achacan a la política del Gobierno de la utraderechista Giorgia Meloni.
El Ejecutivo italiano ordenó hace unos meses bloquear las inscripciones en el registro civil de los niños de parejas homosexuales nacidos en el extranjero, después de que varios alcaldes progresistas se hubieran aprovechado de un vacío legal para hacerlo durante años.
En junio pasado, el Tribunal de Milán anuló la transcripción de la partida de nacimiento del hijo de una pareja de dos padres nacido por gestación subrogada, pero no las de los hijos de tres parejas de mujeres, alegando que una cuestión formal que fue acogida con alivio por las familias de los menores. La gestación subrogada es ilegal en Italia y algunos exponentes del partido ultra de Meloni, Hermanos de Italia, han llegado a definir esta práctica como «un delito más grave que la pederastia».