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Finanzas

El petróleo toca mínimos de los últimos cuatro meses

Los balances estadounidenses no ayudan a recuperar la tendencia alcista, entre disminuciones de la actividad de las refinerías y un aumento de las reservas de crudo

Fotografía de un buque durante el proceso de cargue de petróleo para exportación en la terminal marítima de Coveñas, en el Golfo colombiano de Morrosquillo (Colombia) | Foto: Mauricio Dueñas Castañeda

| Texas |

Los precios del crudo experimentaron una notable caída este pasado jueves, con los futuros del West Texas Intermediate (WTI) situándose por debajo de los 61,5 dólares por barril. Esta cifra representó su nivel más bajo en cuatro meses, consolidando así una racha bajista que se extiende ya durante cuatro jornadas consecutivas. El principal impulsor de esta tendencia fue la política de suministro global, especialmente las expectativas en torno a las decisiones de los productores internacionales agrupados bajo el paraguas de la OPEP+.

Los mercados financieros y energéticos continuaron asimilando los informes que sugerían una posible aceleración en los aumentos de producción previstos por la OPEP+, tanto en volumen como en los plazos de implementación, hasta noviembre de 2025. La mera posibilidad de un incremento más rápido en la oferta, estimado entre 0,3 y 0,5 millones de barriles diarios (mb/d), provocó un reajuste en el equilibrio de riesgos. Esto apuntaba hacia unos fundamentos de mercado más laxos de cara a finales del año, lo que, en ausencia de factores geopolíticos disruptivos o interrupciones significativas del suministro, limitaba considerablemente las perspectivas de subida de los precios.

A esta dinámica global se sumaron los balances energéticos de Estados Unidos, que no ofrecieron ningún apoyo a una posible tendencia alcista. El Informe Semanal sobre el Estado del Petróleo, publicado por la Administración de Información Energética (EIA), reveló una disminución en la actividad de las refinerías y un aumento significativo de las reservas de crudo. Paralelamente, se observó una menor producción de productos refinados, una combinación que se considera una dinámica clásica de la temporada baja. Esta situación reduce la demanda de materias primas y deja una mayor cantidad de crudo disponible en el mercado. La publicación de estos datos por parte de la EIA, a pesar del riesgo de un cierre federal que afectó a otras publicaciones macroeconómicas estadounidenses en aquel momento, otorgó un peso adicional a esta información en el análisis del mercado.

La demanda global bajo escrutinio

Los datos macroeconómicos a nivel mundial continuaron señalando un escenario de cautela en lo que respecta a la demanda de petróleo. En Estados Unidos, el Índice de Gerentes de Compras (PMI) manufacturero del ISM, aunque subió ligeramente, se mantuvo en territorio de contracción. Esta situación fue interpretada como una noticia «menos mala» en lugar de «buena» para la demanda de combustible industrial, reflejando una recuperación económica aún frágil. La actividad fabril, un indicador clave del consumo energético, no mostraba la fortaleza necesaria para impulsar los precios al alza.

En Asia, la situación no fue mucho más alentadora. Los PMI de la región presentaron resultados mixtos o directamente débiles. El indicador oficial de China, por ejemplo, se mantuvo por debajo del umbral de 50 puntos, que separa la expansión de la contracción, mientras que el de Japón continuó su tendencia a la baja. Estos datos reforzaron la imagen de un impulso moderado en el comercio de bienes y la actividad industrial. Si bien no se trataba de señales de un colapso inminente de la demanda, sí actuaban como un freno significativo a la velocidad con la que el mercado petrolero podía sanar sus grietas y recuperar un equilibrio más robusto.

Impacto regional

Para las economías del Centro y América del Sur, la lectura a corto plazo del mercado petrolero estuvo más ligada a la política interna y a la cadencia de los proyectos energéticos que a los volúmenes inmediatos de barriles. El continuo apoyo de México a su petrolera estatal Pemex, junto con la combinación de obstáculos en la concesión de licencias y la aprobación de proyectos marítimos en Brasil, fueron factores determinantes. Estos elementos configuraron los flujos regionales de petróleo a medio plazo, pero no lograron compensar la narrativa más dinámica y de mayor impacto generada por la OPEP+ y Estados Unidos en relación con las reservas de crudo durante el mes próximo.

A medida que esos programas de inversión y producción avancen o, por el contrario, se estanquen, su importancia se hará más evidente en los diferenciales de precios y en los patrones de transporte de crudo, más que en la dirección general del mercado en el mes anterior, octubre de 2024. Además, la debilidad en las importaciones estadounidenses representó un desafío adicional para la región. Las importaciones de crudo a EE. UU. se ralentizaron y, de mantenerse esta tendencia, estas caídas podrían afectar directamente a los ingresos fiscales de economías altamente dependientes de la exportación de petróleo, como México, Brasil y Colombia. Esta situación, a su vez, añadiría una presión considerable a la depreciación de sus respectivas monedas nacionales, complicando el panorama económico.

Geopolítica energética; el riesgo constante

A pesar de las presiones bajistas derivadas de la oferta y la demanda, los riesgos geopolíticos persistieron como un factor de fondo crucial en el mercado petrolero. El G7, el grupo de las siete economías más industrializadas del mundo, se comprometió a aplicar sanciones más estrictas al flujo de petróleo ruso.

Esta medida busca limitar la capacidad de Rusia para financiar su conflicto en Ucrania, ejerciendo una presión adicional sobre sus exportaciones energéticas. Paralelamente, Washington anunció que proporcionaría a Ucrania apoyo en materia de inteligencia para llevar a cabo ataques de largo alcance contra la infraestructura energética rusa. Estas acciones, aunque complejas y con posibles repercusiones, podrían contribuir a limitar el riesgo de caída de los precios del crudo al introducir una prima de riesgo geopolítico en el mercado, contrarrestando parcialmente la tendencia bajista.

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