José Ríos recibió como regalo de Reyes este Fiat 127 de 1980, un obsequio que resultó para él una gran sorpresa, porque le hacía ilusión tener un vehículo de estas características y fue su mujer la que lo buscó para regalárselo. Esto ocurrió hace dos años y desde entonces emprendió un gran trabajo de restauración para ponerlo a punto y darle su toque personal, ya que el vehículo se encontraba encerrado en una tinada donde llevaba año y medio sin funcionar y acumulando polvo y, lógicamente, deteriorándose.
Ríos comenta que él no es mecánico, pero ha conseguido aprender lo suficiente como para poder meterle mano a cualquier cosa que le ocurra el vehículo. Y es que –asegura– estos coches son de mecánica fácil, todo es muy artesanal y no es complicado ponerlo a punto. Para conseguir dejar este coche como está fueron necesarias muchas horas de trabajo, ya que estaba muy abandonado.
Le hacía especial ilusión tenerlo porque su hermano tenía otro igual, aunque de diferente color. No es un coleccionista, sólo tiene éste, pero afirma que si pudiera hacerse con un Renault-8 sería magnífico, ya que es otro coche de los 80 que le gusta especialmente, aunque cree que no será fácil en estos momentos, porque la situación económica no está para gastos imprevistos y mucho menos para caprichos como sería invertir en un coche que no es necesario para la vida cotidiana.
José fue durante siete fue copiloto de rallies, lo que hizo aumentar su pasión por los coches, sobre todo de los setenta y los ochenta. En cuanto a su Fiat 127, ahora lo utiliza con bastante frecuencia, ya que este tipo de coches no puede estar mucho tiempo parado, cuanto más ruede, mejor.