Julián Baraja es un joven empresario mallorquín que vio en este coche una oportunidad de oro para hacer publicidad de su empresa. Aunque no es un coleccionista de coches clásicos, como hay muchos en Mallorca, compró hace dos años este Citröen Dyane 6/400 porque vio un gran potencial para publicitar su marca de aceite.
Lo adquirió de segunda mano, aunque en realidad es el tercer propietario de esta bonita furgoneta que causa la admiración de los transeúntes a su paso. Es de 1983 y nunca se ha restaurado, pero tiene dos pequeños golpes: unos rasguños en la parte trasera que le hicieron unos amigos, y otro en la parte delantera junto a uno de los faros, que ya lo tenía cuando lo compró. No le da mayor importancia y considera que por sí solo el vehículo mantiene intacta toda su personalidad.
Baraja lo tuvo claro a la hora de comprarlo, ya que sabía que sería muchos más eficaz rotularlo con la marca de su empresa que gastar dinero en una valla publicitaria. Y no da crédito a la cantidad de gente que cuando lo ve pasar se queda mirando el vehículo. Muchos, sobre todo turistas, le piden hacerse una foto junto al coche, lo que le reafirma en que la decisión que tomó de adquirir esta joya de los ochenta fue una decisión acertada y mucho más barata que gastar dinero en otro tipo de publicidad para su negocio. Lo cierto es que está encantado con el coche, sólo habla maravillas de él y de lo bien conservado que está.
Tanto es su entusiasmo que aunque no colecciona clásicos, no le importaría tener un Renault 4, que también es una furgoneta de esa misma época; otro coche que le gusta por lo mucho que significó para los conductores de esa década. De todas formas se lo va a tomar con mucha calma porque el Citröen Dyane 6 parece tener cuerda para rato, dado su excelente estado de conservación. Oír su motor es como volver al pasado y una delicia ya que parece salido de fábrica.