Fernando Linares no se define como coleccionista de coches, sólo ha tenido la suerte de encontrarse en su casa con un par de coches que son auténticas joyas, pero que son fruto de haberlos conservado en perfecto estado durante años. Algunas de las joyas que hay en esta familia son un Mercedes 280 SE, que compró su padre y que aún utiliza aunque lo tiene en la Península, donde reside en la actualidad. Otro de los coches es un Fiat Balilla, que sí que necesita restaurar y la otra joya es un Volkswagen 1300 de 1970, un vehículo que todavía se encuentra en perfecto estado de conservación, aunque ha sido necesario realizarle algunas mejoras.
En cuanto al Volkswagen que nos ocupa, nos comentaban Fernando y su hermano Agustín, que compartió un rato con nosotros, que lo compró su padre, Angel Linares, a un tío suyo en Barcelona. El coche estaba destinado a una hija de éste, pero un fatal accidente terminó con el coche abandonado en un garaje hasta que Angel decidió comprárselo y traerlo a Mallorca; era el año 1991. Una vez aquí fue Fernando el que se lo adjudicó, aunque el realidad era para Agustín, y durante sus años mozos y de universidad lo utilizó para ir de un lado a otro y, cómo no, para asistir a las clases en la universidad. Así estuvo durante 20 años y nos cuenta que sólo una vez le dio un raspón en una de las aletas delanteras cuando regresaba una noche de la universidad; ha sido el único accidente que ha tenido el vehículo.
Intercambio
Ahora ya lo utiliza poco, no pertenece a ninguna asociación de coches antiguos, ya que como decimos no es un coleccionista de los que estamos acostumbrados a entrevistar. Está orgulloso del coche y espera poder seguir utilizándolo muchos años más.
Nos decía que no sabe nada de mecánica y que no es una persona a la que le apasione ese mundillo del coleccionismo. Reconoce la importancia de estas joyas, pero para ello se necesita mucho tiempo y dinero. Sobre los problemas que ha tenido el coche a lo largo de su vida, admite que es un coche muy fiable, sólo le ha dado un repaso al motor en dos ocasiones, como las revisiones que se le pueden dar a los utilitarios de hoy en día y también ha repasado la parte de pintura, pues es la que más sufre con el clima de la Isla.
Fernando nos cuenta finalmente una anécdota que vivió con este coche. Él fue jugador de rugby en Inglaterra durante su juventud y un verano vinieron unos compañeros suyos para jugar unos partidos amistosos en Mallorca y una noche se fueron de fiesta y al final terminaron siete personas, o mejor dicho, siete grandes jugadores de rugby, metidos en este coche. Todavía no se explica cómo siete hombres fornidos pudieron viajar a bordo de un vehículo de estas dimensiones.