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La feria Arco abre sus puertas en Madrid con optimismo

La obra de "The Beach", de Fernando Botero, valorada en 946.000 euros, es una de las más caras de las puestas a la venta en la feria internacional de arte

Calavera. Una obra presentada por el francés Bruno Peinado - Reuters

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La obra "The Beach", de Fernando Botero, valorada en 946.000 euros, es una de las más caras de las puestas a la venta en la feria internacional de arte contemporáneo, ARCO, que abrió ayer sus puertas a coleccionistas, expertos y profesionales en una edición que tomará el pulso al mercado del arte.


En una primera y rápida valoración de los galeristas, un total de 218, la feria se presenta bien, hay calidad y se aprecia el hecho de que el del arte es uno de los mercados a los que menos está afectando la crisis.


A quien desde luego no le ha afectado es al joven Eugenio Merino que a los tres minutos de abrirse las puertas ya había vendido a una coleccionista belga por 50.000 euros su escultura "Stairway to Heaven", que sin duda va a ser una de las más fotografiadas, como ya ocurrió en la pasada edición con una de Damien Hirst.


En una reflexión sobre la religión, Merino ha situado a un árabe rezando agachado; encima de él y arrodillado, un sacerdote católico y encima un rabino; esculturas realizadas en resina, silicona y pelo humano. Junto a ésta, en una vitrina de cristal se muestra otra pieza compuesta por una Biblia, un Corán y la Torá.


"No se trata de una obra con la que yo quiera provocar. Mi idea es la de la coexistencia de las tres religiones, que hacen un esfuerzo común para llegar a Dios en plan literal. Creo que la lectura es positiva", ha explicado Merino a Efe.


No parece que todos opinen así ya que la respuesta ha llegado desde la embajada de Israel en España que ha emitido un comunicado en el que afirma que el conjunto de obras de Eugenio Merino expuestas en la feria internacional ARCO "incluyen elementos ofensivos para judíos, israelíes y, seguramente, para otros".

"Valores como la libertad de expresión o la libertad artística sirven en ocasiones de simple disfraz de prejuicios, de estereotipos o de la mera provocación por la provocación. Un mensaje ofensivo no deja de ser hiriente por pretender ser una obra artística", agrega la nota.

Conseguir una buena feria es el objetivo de las galerías que han hecho un importante esfuerzo para traer sus mejores obras y artistas.

Este es el caso de Leandro Navarro con piezas de Juan Gris, Miro, Óscar Domínguez, Baltasar Lobo, Pablo Gargallo, Juan Bores o Manuel Rivera representantes de una memoria histórica cuya presencia es importante en las ferias de arte contemporáneo "porque dan un contenido añadido a la feria. Se ve más de cerca de donde sale el arte actual".

En su opinión "la situación económica está provocando que aparezcan en el mercado obras que costaba mucho encontrar antes. En momentos de recesión salen piezas excepcionales con precios muy correctos" señaló a Efe el galerista, muy ilusionado con el proyecto que presenta en ARCO.

En un primer recorrido por la feria, con amplios pasillos y grandes espacios vacíos, es obligada una parada en la Galería Marlborough en la que, junto a la mencionada obra de Botero, se pueden contemplar piezas de Manolo Valdés, Lucio Muñoz, Juan Genovés, Arika o un bajorelieve de Lipchitz, valorado en 650.000 euros.

Cerca de ésta, Oriol Galeria D'Art muestra otra de las obras más valoradas, un óleo de Joaquín Torres García, "Composición", pintado en Madrid en 1933, con un precio de 700.000 euros.

Alrededor de una docena de los ansiados puntos rojos se podían contemplar en la galería Espacio Mínimo, en la que uno de sus responsables, Pepe Martínez Calvo, reconocía que había comenzado "divinamente".

La lectura que da el galerista al movimiento en su espacio "es la de siempre: no todo el mundo padece la crisis de la misma forma. Además, en estos momentos hay que trabajar mucho y traer una oferta muy buena y competitiva. Nunca he planteado un stand de crisis, y ahora mucho menos. He buscado lo mejor, la creación no está en crisis".

Pepe Martínez Calvo es miembro del comité asesor de ARCO y uno de los que más ha luchado por lograr el acuerdo alcanzado con la organización sobre una feria "que debe replantearse continuamente".

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