Decenas de miles de egipcios dejaron ayer sus miedos en casa y acudieron a las calles de las principales ciudades del país para exigir, un día más, la salida del presidente Hosni Mubarak, en desafío a la violencia desatada por partidarios del régimen desde el miércoles.
El viernes, día de la oración, llevó el recogimiento a la plaza cairota de Tahrir, donde hombres y mujeres, musulmanes y cristianos, estallaron en llanto cuando al imán que dirigía el rezo del mediodía se le quebró la voz por la emoción.
La concentración de ayer se distinguió de las anteriores por una mayor organización y, sobre todo, por las grandes medidas de seguridad instaladas en torno a la plaza Tahrir para evitar una confrontación directa con los partidarios de Mubarak.
El Gobierno reiteró ayer su compromiso de no usar la fuerza para expulsar a los manifestantes de la oposición.
Por primera vez desde que comenzó el movimiento el pasado 25 de enero, el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantaui, visitó la plaza y revisó el dispositivo de seguridad montado en torno a la plaza Tahrir, que está a cargo de las Fuerzas Armadas.
El general Tantaui conversó con algunos de los jóvenes manifestantes y les insistió en el diálogo que ofrece el Gobierno a la oposición, que rechaza participar en esas negociaciones mientras Mubarak siga en el poder.
También hizo una aparición fugaz por la plaza el secretario general de la Liga Árabe, Amro Musa, a quien muchos ven favorito para sustituir a Mubarak.
Obama dice que los egipcios son quienes deben decidir su futuro
El presidente de EE.UU., Barack Obama, afirmó ayer que "el futuro de Egipto debe ser decidido por el pueblo egipcio" en un proceso de transición que debe comenzar "ya" y llevar a unas elecciones "limpias e imparciales".
En declaraciones tras una rueda de prensa con el primer ministro de Canadá, Obama reiteró que los episodios de violencia, en particular los ataques a periodistas y defensores de los derechos humanos, sufridos en Egipto en los últimos días son "inaceptables".