La detención ayer en Japón del último reactor nuclear activo tras la crisis en Fukushima deja a la tercera economía mundial, por primera vez en 42 años, sin centrales atómicas y ante el reto de afrontar el caluroso verano con otras fuentes de energía.
Desde que la pionera central de Tokai, al noroeste de Tokio, iniciara su actividad comercial el 25 de julio de 1966, sólo una vez Japón se había encontrado en la situación de no contar con ningún reactor activo, del 30 de abril al 4 de mayo de 1970.
En aquella ocasión, los dos únicos reactores con los que contaba entonces el archipiélago se paralizaron por una revisión rutinaria que apenas duró cinco días, mientras que ahora se desconoce cuándo recuperará el país su producción de energía atómica.
La operadora de la central de Tomari (norte), Hokkaido Electric Power, detuvo el generador del último reactor activo en Japón en un proceso que concluyó en unas tres horas.
Está previsto que la revisión de la unidad de Tomari dure 71 días, tras los que deberá someterse a las pruebas de resistencia exigidas por el Gobierno ante catástrofes similares a la del 11 de marzo de 2011, cuando un tsunami arrasó el noreste del país.
Coincidiendo con el cierre del reactor en la isla de Hokkaido, diversos grupos antinucleares se manifestaron en el centro de Tokio para celebrar el apagón y expresar, como en ocasiones anteriores, su rechazo a este tipo de energía.
Desde que el tsunami provocara la peor crisis nuclear en 26 años, desde Chernóbil, ninguno de los reactores del archipiélago detenidos por seguridad o para someterse a las revisiones que cada 13 meses estipula la ley han podido ser reactivados.
Para poder garantizar la demanda sin energía nuclear en las grandes ciudades del país, como Tokio, cuya área metropolitana cuenta con más de 30 millones de habitantes, las operadoras eléctricas han potenciado el uso de las plantas térmicas.