Los mexicanos votaron ayer domingo en unas elecciones cruciales que podrían suponer el regreso al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), después de que el gobernante Partido Acción Nacional (PAN) no lograra satisfacer las exigencias de millones de ciudadanos que demandaban soluciones contra la pobreza y medidas contundentes para frenar la encarnecida guerra entres los cárteles de la droga.
Enrique Peña Nieto, del PRI, figura como favorito en los sondeos con una ventaja que supera los diez puntos con respecto a Andrés Manuel López Obrador, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). Josefina Vázquez Mota, del PAN, ha sido quien ha pagado los platos rotos de los fracasos del actual presidente mexicano, Felipe Calderón, y figura de tercera en las preferencias.
El PRI gobernó durante 70 años en ese país, por eso el escritor peruano Mario Vargas Llosa no dudó en catalogar ese período como "la dictadura perfecta". En el año 2000, los mexicanos castigaron al llamado "dinosaurio" por todos los escándalos de corrupción en los que estaban envueltos sus dirigentes y se decantaron por la propuesta de Vicente Fox, quien llevó al PAN a la Presidencia por primera vez.
A diferencia del año 2006, esta vez los mexicanos votaron pensando, no sólo en los altos índices de pobreza ni en la necesidad de reactivar la productividad para poder salir de la crisis económica que ha golpeado a México, sino también en la ola de violencia que azota a algunos estados.
Desde que Calderón asumió el poder en diciembre de 2006, unas 50.000 personas han sido asesinadas en medio de la guerra que mantienen los cárteles del narcotráfico por el control del mercado de la droga que se vende en Estados Unidos, el mayor consumidor de cocaína del mundo.
La imagen de México ha cambiado considerablemente en los últimos seis años. El tema de la violencia abarca ahora la mayor parte de los discursos y es motivo de debates internacionales, especialmente por parte de algunos gobiernos de Centroamérica como Guatemala, que se ha convertido en víctima directa del crimen organizado.
Poco después de llegar al poder, Calderón puso en marcha un operativo especial de seguridad en su estado natal de Michoacán (oeste) que logró desarticular a la conocida organización criminal 'La Familia Michoacana', sin embargo, algunos de sus miembros migraron a otros grupos delictivos.
La estrategia de Calderón ha implicado el despliegue de miles de militares en los estados más conflictivos, concretamente en aquellos ubicados en la frontera con Estados Unidos, como Tamaulipas y Nuevo León, donde los homicidios han aumentado considerablemente en los últimos años.
La presencia de soldados ha sido justificada por los altos niveles de corrupción dentro de las policías municipales. Pero algunas organizaciones sociales han denunciado a militares por violaciones a los Derechos Humanos.