En un movimiento sorpresa de consecuencias impredecibles, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, remodeló ayer la cúpula de las poderosas Fuerzas Armadas y arrebató a los militares las prerrogativas legislativas que estos se habían reservado.
Sin previo aviso, el portavoz presidencial, Yaser Ali, leyó la orden del islamista Mursi de pasar al retiro al mariscal Husein Tantaui, ministro de Defensa y jefe del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que dirigió Egipto desde la caída de Hosni Mubarak, en febrero de 2011, hasta la elección de Mursi en junio.
En el cargo desde 1991, Tantaui fue relevado por Abdelfatah al Sisi, mientras que el "número dos" de la cúpula militar, Sami Anan, también fue jubilado y reemplazado por Sedqi Sobhi.
Tantaui, de 77 años y cuya jubilación se rumoreaba desde hace tiempo, y Anan, de 64, han sido nombrados asesores de la Presidencia y recibieron altas condecoraciones del Estado.
También pasan al retiro los jefes de la Armada, Mohab Mimesh, y del Aire, Reda Hafez, ambos recompensados con altos cargos en el Gobierno y la administración civil.
Sin embargo, la decisión tal vez más controvertida de las anunciadas ayer fue una nueva declaración constitucional que anula la aprobada por la Junta Militar en junio, solo horas después de que se cerrasen las urnas de las elecciones.
De esta forma, Mursi despoja a la cúpula militar de su poder legislativo y coloca un jalón en el camino de Egipto hacia un Estado civil.
En su día, los críticos con la Junta Militar hablaron de un "golpe de Estado blando" cuando las Fuerzas Armadas aprobaron las enmiendas constitucionales de forma unilateral.
Ahora está por comprobar la reacción del Ejército y de la sociedad egipcia ante una maniobra que otorga a Mursi, el poco carismático "apparatchik" de los Hermanos Musulmanes, un poder prácticamente omnímodo.
El presidente pasa ahora a "gozar de todas las prerrogativas estipuladas en la cláusula 56" de la Constitución provisional, entre las cuales está la autoridad legislativa.