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La vacuna del ébola empezará a probarse en España a partir de septiembre

Los médicos del Hospital La Paz-Carlos III que trataron a los tres españoles infectados por el ébola pondrán en marcha a partir de septiembre un ensayo clínico en España de la vacuna experimental contra el virus, que ha mostrado una efectividad del cien por cien

Imagen de archivo del traslado del religioso Miguel Pajares, el primer español contagiado de ébola | Efe

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Los médicos del Hospital La Paz-Carlos III que trataron a los tres españoles infectados por el ébola pondrán en marcha a partir de septiembre un ensayo clínico en España de la vacuna experimental contra el virus, que ha mostrado una efectividad del cien por cien.

En una entrevista, algunos de los profesionales del equipo que asistió a los religiosos Miguel Pajares y Manuel García Viejo y que curó a la auxiliar de enfermería Teresa Romero recuerdan cómo vivieron el «desafío» que supuso tratar por primera vez el ébola en España y analizan los últimos avances.

Precisamente, por ser uno de los países que trató la enfermedad, España participará en el ensayo clínico de la vacuna VSV-ZEBOV, cuyos resultados experimentales se dieron a conocer el pasado 31 de julio y muestran un «alto grado de efectividad» tras haber sido probada en más de 4.000 personas en contacto con la enfermedad en Guinea Conakry.

El ensayo se realizará durante, aproximadamente, seis meses con un grupo de voluntarios, entre 50 y 60, con el objetivo de «conocer más datos de seguridad y de producción de anticuerpos» de la vacuna, de una sola administración, según explica el jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Carlos III, José Ramón Arribas.

La vacuna no consiste en introducir en el ser humano el virus del ébola atenuado sino el de uno virus animal -porcino- que «es inocuo» para la persona.

A ese virus se le quita un gen determinado y se le incluye uno propio del ébola que sintetiza una proteína. «Entonces, el cuerpo produce anticuerpos contra el virus y contra esa proteína del ébola», detalla Arribas.

Además de la vacuna, el hospital tiene abiertas varias líneas de investigación como la del suero de paciente convaleciente y saber cuál es el momento idóneo para realizar la donación.

No obstante, a pesar de la experiencia en este último año los médicos aún no conocen con exactitud cómo se curó Teresa Romero, quien recibió además del suero de la misionera Paciencia Melgar, que superó la enfermedad en África sin ningún tratamiento, y el antiviral favipiravir.

Así lo asegura Fernando de La Calle, especialista en patologías tropicales del Carlos III, y reconoce que uno de los «pilares fundamentales» para sacar adelante a los enfermos es su «cuidado intensivo y el sustento de sus diferentes órganos», además de los sueros utilizados.

El motivo de la curación de Romero lo determinarán los ensayos clínicos que se realicen al respecto, continua Arribas, porque «cuando a una paciente le haces varias cosas a la vez» no se puede saber cuál de los tratamientos ha sido el determinante, que incluso pudo ser la respuesta inmunitaria de la propia paciente.

Lo que está claro es que para estos sanitarios, según apunta Yolanda Fuentes, la entonces subdirectora del Carlos III y en la actualidad la directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, hubo un «antes y un después» en sus vidas profesionales y personales.

«Y sobre todo -añade Fuentes- después del contagio de nuestra compañera y al darte cuenta de cómo puede llegar a reaccionar la sociedad y los compañeros; la profesionalidad que demuestran en los momentos difíciles. Cambia tu forma de trabajar y de ver la vida en general».

Para estos profesionales esos días supusieron «un aprendizaje forzado y rapidísimo», tal y como señala Arribas, quien destaca el funcionamiento «desde el minuto uno» de la comunicación entre los países desarrollados que trataban a estos pacientes y con los que mantenían semanalmente teleconferencias para poner en común todas sus «incertidumbres».

Todos sintieron «vértigo» pero también «respeto», según subraya Fuentes, quien resalta el papel de todo el personal: «involucramos a intensivos, hematología, laboratorio, farmacia, microbiología, etc».

«Siempre lo teníamos como algo que estudiabas en la carrera pero que crees que no vas a ver jamás en tu actividad profesional», reconoce Arribas, que también admite que ante una enfermedad de estas características «nadie puede estar completamente preparado».

En el Carlos III, según su exsubdirectora, se han tenido que acometer una serie de remodelaciones con el fin de mejorar tanto la atención a los pacientes como la protección a los trabajadores.

Todo ello para hacer frente de la mejor manera posible a este virus mortal y a otros que pueden emerger o resurgir: «claro que sucede, es la historia natural, pero trasmitiendo siempre la calma, porque esto no es una película del fin del mundo», agrega De la Calle.

«El ser humano -concluye el experto- se mete en zonas donde antes no estaba o, simplemente, los virus surgen o mutan o aparecen combinaciones y eso siempre pasa».

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