Han pasado 365 días de una histórica jornada que sacudió España y la bañó de conciencia feminista. Este viernes, el feminismo ha hecho otra demostración de fuerza y ha movilizado de nuevo a cientos de miles de mujeres y a muchos hombres en lucha por un futuro donde la igualdad sea una realidad.
Ha sido un 8 de marzo distinto, un Día Internacional de la Mujer festivo y reivindicativo como el pasado, dado que los motivos siguen vigentes, pero también más aguerrido, condicionado de forma inevitable por el envalentonamiento del machismo y la proximidad de la campaña electoral.
Las cifras apuntan que 6 millones de personas han seguido los paros convocados, según UGT, con mayor incidencia en grandes empresas, en el sector sanitario o en el educativo.
En Sanidad ha parado en el turno de mañana un 60 % de los trabajadores, según CCOO, y el seguimiento ha sido del 80% en la universidad, superior al 60 % en Educación Secundaria y FP y del 42 % en Infantil y Primaria.
Las estudiantes han sido las primeras en movilizarse. Según el Sindicato de Estudiantes, de 2,5 millones de jóvenes han parado y más de 350.000 han participado en decenas de manifestaciones a mediodía en toda España.
Esa misma cifra de personas es la que ha salido a la calle solo en Madrid por la tarde, según fuentes policiales. Es decir, aproximadamente el doble que hace un año.
Y, a falta de los balances definitivos en el conjunto del país, a partir de la media tarde, España se ha vuelto morada. La fuerza del feminismo se ha visto de nuevo en las calles y plazas de casi todas las ciudades españolas, con mujeres de todas las edades, de niñas a ancianas, reivindicando igualdad por la memoria de sus madres, para ellas mismas y para sus hijas y nietas.
Además de esos datos, otros tanto o más reales: Los que el feminismo ha hecho llegar a aquellos que los hayan querido leer, ver o escuchar a través de centenares de reportajes, informes, testimonios o rostros en las últimas semanas.
Mensajes sobre violencia sexual, sobre conciliación, sobre trabas en las carreras profesionales, sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres y, por supuesto, sobre violencia machista.
Porque este viernes un hombre ha asesinado a su mujer de 62 años de un disparo en Madrid. Cuando se confirme de forma oficial el motivo de la muerte, serán diez las mujeres asesinadas en crímenes machistas este año, 985 desde que hay registro oficial (2003), más otro caso en investigación.
Y hoy, aunque sorprenda, ha sido necesario repetir en redes un mensaje sencillo. El del diccionario. El que define el feminismo como «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre» y, en segunda acepción, como «movimiento que lucha por la realización en todos los órdenes del feminismo».
Porque una de las novedades del 8 de marzo de 2019 respecto al del pasado año es el resurgir del machismo, la contrarreforma. Sin ir más lejos, hoy, varios periódicos publicaban anuncios a toda página de una organización ultra, Hazteoir.org, que pide derogar «las leyes de género».
La CEOE ha hecho público un informe en el que atribuye la brecha salarial de género, entre otros factores, a una menor propensión de las mujeres a asumir riesgos y a negociar y competir.
Ese es el contexto en el que cientos de miles de mujeres y miles de hombres han vuelto a salir a las calles de las principales ciudades españolas para subrayar en morado una serie de mensajes: «Somos imparables, feministas siempre», «Si nosotras paramos, se para el mundo» o «No tenemos miedo».
Las mujeres y su victoria en las calles han dejado en segundo plano a los políticos que han encontrado en el 8M un buen motivo para calentar la precampaña electoral.
Aún así, el debate político en torno al movimiento feminista, agudizado después del éxito del 8M del año pasado, se ha dejado sentir en las manifestaciones, en las que se han visto pancartas de los partidos, como la del PSOE bajo la que han marchado en Madrid casi todas las ministras y ministros, así como la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez.
El PP no se ha sumado a esas manifestaciones, pero sí Ciudadanos, junto a mujeres que han añadido el color naranja al morado, lideradas por Inés Arrimadas, que criticaba que algunas traten de convertir el feminismo en «su cortijito». Han tenido que escuchar «¡Feminismo liberal, ridículo total!», coreado a voz en grito por las ministras, o «¡Esto es una manifestación y no la del trío de Colón!». «Valientes, libres, diversas», se lee pese a todo en la pancarta de Madrid, donde se corea: «Trabajo nos sobra, queremos empleos» o el ya clásico contra la violencia machista «Ni una menos, vivas os queremos».
Las mujeres asesinadas por la violencia de género tienen un espacio reservado en la manifestación de Sevilla delante de la pancarta principal, mientras que se escucha: «Sevilla será la tumba del machismo».
Cambiando la ciudad, ese lema se ha escuchado en casi todas las manifestaciones del país, casi todas en un ambiente festivo e intergeneracional.
Bilbao ha vuelto a anticiparse con su manifestación de este viernes, de nuevo ejemplar; Gijón estaba lleno de mujeres marchando tras una pancarta con el lema «Feminismo para ser libres»; en Valencia la masiva reivindicación feminista se ha mezclado con el ambiente fallero; en Barcelona se gritaba «Visca, visca la lluita feminista».
Son solo algunos ejemplos de la España morada que ha dado hoy, 8 de marzo, otro golpe encima de la mesa por la igualdad.