Con solo 52 síes sobre el tablero político, Vox busca convertir su moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez en un cuestionamiento al papel del PP y de Pablo Casado, a quien tanto los de Santiago Abascal como el PSOE colocaron en el centro del debate.
A dos días del inicio de la moción, el PP no desveló qué votará, habiendo descartado únicamente el sí, y su posición es objeto de especulación desde su derecha, donde Vox pide su respaldo porque lo contrario sería apoyar a Sánchez. También desde la izquierda, al reclamar el PSOE un no para que los ‘populares' abracen la moderación.
El Partido Popular desdeña la iniciativa parlamentaria, que critica cada día con mayor dureza, mientras que su líder niega un debate interno para «deshojar la margarita».
La quinta moción de la actual etapa democrática se votará el jueves y marca desde este lunes la actualidad política. La pugna por el voto del PP desde sus adversarios sirve de tráiler a los ataques que recibirá de uno u otro lado, según qué opción elija.
«Todo lo que no sea un sí a la moción de censura es un sí a este gobierno socialcomunista», ha afirmado este lunes la secretaria general del grupo de Vox en el Congreso, Macarena Olona, quien asegura que son los propios votantes del PP los que están «elevando la voz» frente al argumento de que los números no salen.
«No se puede estar denunciando que el presidente del Gobierno es un dictador y no apoyar el instrumento constitucional que permita sacarle de la Moncloa», ha remarcado Olona desde el Parlamento Vasco.
El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha puesto el foco en la lucha por el espacio de la derecha, definiendo la moción como un «ajuste de cuentas» entre «la ultraderecha y la derecha».
Los socialistas piden el no y ven tan grave un sí -ya descartado- como la abstención, a juicio de Ábalos una respuesta “acomplejada” de quien no rompe los vínculos con la «ultraderecha» por temor a consecuencias en los gobiernos autonómicos donde Vox sirve al PP de apoyo externo.
La postura del PP será clave, según el PSOE, para vislumbrar si se pueden generar condiciones para grandes acuerdos de país. Y es que Ábalos ve una «anomalía» que el PP no aísle a la ultraderecha, porque pretende la vuelta de los «hijos pródigos». El PP niega el dilema. Su líder, Pablo Casado, ha buscado despachar las preguntas de los periodistas sobre su voto asegurando que la moción es una «cuestión menor» propia de quien no gobierna.
«Hemos gobernado como sabe hacer el PP; los que no gobiernan en ningún lado tienen que recurrir a este tipo de estrategias que están condenadas al fracaso», ha espetado Casado comparando su labor de oposición con la de Abascal.
Mientras que la exportavoz del PP en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo ha vuelto a abogar por la abstención como un “mal menor”, los dirigentes territoriales del PP han recrudecido sus críticas ante la moción.
La consideran una iniciativa “unilateral” que “perjudica a la alternativa” y que además va a mostrar “la división del centro derecha”, en palabras del presidente gallego, Alberto Nuñez Feijoó, y del presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, respectivamente.
También una vía que permitirá a Sánchez seguir reforzando la política de «bloques» y «enfrentamiento» que sostiene al «Gobierno Frankenstein”, a juicio del portavoz nacional del PP y alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
Para Ciudadanos, que votará no, pese a compartir con el PP coaliciones soportadas por Vox, la moción es “irresponsable e inoportuna». «Vivimos en un atmósfera de miedo al contagio, de incertidumbre e inseguridad económica y también empieza a haber un ambiente de depresión y tristeza. ¿Va a aliviar en algo la moción de censura, va a aportar alguna solución?», se ha preguntado el portavoz adjunto de Cs Edmundo Bal.
Al rechazo expresado por Cs se unen nacionalistas, regionalistas y soberanistas, que temen que la moción aporte «más crispación» y más descrédito» para la política, como ha expresado este lunes el BNG, o, como Catalunya en Comú Podem, ven interés en promocionar al candidato de Vox en Cataluña, Ignacio Garriga.