Cruz Roja, que ha atendido a más de 5,2 millones de personas en los dos años de pandemia, ha alertado del cambio de perfil de sus usuarios. Si en los primeros meses eran mayoritariamente mayores y dependientes, ahora tiene rostro de mujer: seis de cada diez lo son, con una media de 55 años. En 2021 han emergido con fuerza otros perfiles con necesidades diversas: colectivos más jóvenes, personas necesidades de empleabilidad, pequeños autónomos afectados por las restricciones en sus negocios y, sobre todo, familias con menores de edad, principalmente encabezadas por un mujer y las de migrantes.
Según el segundo estudio «El impacto de la COVID-19 en la población atendida por el Plan Cruz Roja Responde», han aumentado las personas que acuden por primera vez (se sitúa en el 33,8 % frente al 21,6 % el año anterior) a las que se unen las que ya arrastraban la crisis anterior y para las que la pandemia ha supuesto un empeoramiento (son el 66,2 % restante de la población atendida). Los nuevos son, por ejemplo, parejas, cuya situación antes de la pandemia era precaria en términos laborales. La media de edad es de 44 años y tienen responsabilidades de cuidado infantil; son personas que nunca habían necesitado ayudas sociales, y por tanto, incluso desconocen la red de atención social. Los mayores de 65 años han pasado de ser el 44,5 % de las personas atendidas, a representar el 34,9 % en 2021, mientras que los jóvenes de entre 18 y 30 años pasan del 5,6 % al 13,3 %, muchos de ellos desarrollaban actividades de economía sumergida sin protección social, o con contrataciones de agricultura de temporada o irregulares.
Los autónomos de la hostelería o el comercio también se han convertido en un grupo importante por los cierres de su única fuente de ingresos. La crisis también ha incrementado la exclusión residencial y ha hecho subir el número de personas sin hogar (en Madrid aumenta la atención hasta en un 250 %) y la vulnerabilidad de mujeres en el ámbito de la prostitución. Siete de cada diez usuarios son españoles y lo más frecuente es que tengan estudios primarios (44,3 %) o secundarios (35,7 %). En su estudio, Cruz Roja advierte de la gravedad de las consecuencias psicológicas y emocionales de la pandemia: casi cuatro de cada diez personas se enfrentan a algún problema de modo continuo; la preocupación (26,5 %), las dificultades para dormir (19,1 %), y la depresión (16,4 %) son los síntomas más frecuentes.
Más trabajadores pobres
El 47,6 % se encuentra en situación de pobreza extrema y el 76,5 % está en pobreza relativa. La carencia material severa afecta al 32,1 % de los hogares y un 11,2 % tienen a todos los miembros en edad de trabajar desempleados o con baja carga horaria. Entre quienes tienen empleo, el 67,3 % vive en hogares en situación de pobreza y la tasa de pobreza infantil alcanza el 94,1 %. Casi la mitad de los hogares tiene bastantes o muchas dificultades para llegar a final de mes y un 24 % algunas dificultades. En los hogares monoparentales encabezados por mujeres la cifra se dispara hasta el 84 %. Una de cada cuatro personas atendidas ya ha solicitado el Ingreso Mínimo Vital y un 67,9 % estarían fuera del ámbito de esta medida. La pobreza energética acecha los hogares: el 34,3% afirma no poder mantener la vivienda con una temperatura adecuada los meses fríos y casi la mitad señalan haber tenido problemas para afrontar los pagos de la vivienda y los suministros. En los hogares atendidos por Cruz Roja, en la mitad no hay internet y en el 53,7 % tampoco ordenador.