Hay quien dice que estos son tiempos de emergencia climática continuada, en bucle. En un verano marcado por las olas de calor en plural y los virulentos incendios que han asolado importantes zonas de la Península Ibérica crece la preocupación por la galopante sequía, que en esta ocasión amenaza de forma más directa el territorio continental en comparación con la situación que vivimos en las Islas. La falta de lluvias de las últimas semanas no es la única culpable de una situación que empieza a generar consecuencias en forma de restricciones en muchos rincones de la geografía española, en hasta seis comunidades autónomas mientras otras permanecen en fase de prealerta.
En este contexto de dificultad para los especialistas en gestión del agua de Ecologistas en Acción uno de los grandes problemas reside en el excesivo caudal que se dedica al riego y a usos agrícolas. Es por esto que la organización ecologista ha pedido al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que reduzca «sustancialmente» el riego en España. Según su parecer la sequía se debe a una «mala gestión y consumo excesivo de agua» más que a la falta de lluvias. Ese consumo excesivo apunta también a la masiva liberación de agua de determinados pantanos para generar electricidad cuando los precios empezaron a escalar. Asimismo, la organización ecologista considera «inaceptable» que se pongan límites al acceso de agua potable a la población mientras «se gasta masivamente en una actividad económica privada dedicada en gran parte a la exportación», caso concreto del regadío.
Aunque bien es cierto que, en términos generales los embalses españoles se encuentran veinte puntos porcentuales por debajo de la media de los últimos diez años a estas alturas del mes de agosto, los ecologistas recuerdan que «la pasada primavera llovió un 12 % por encima del promedio», por lo que «actualmente no estamos en un escenario de sequía importante», aseguran. Según Ecologistas en Acción «más que a la falta de precipitaciones, esta situación se debe a un exceso de consumo, generado por el regadío» que según sus datos representa «entre el 85 % y el 93 % del consumo total de agua en España».
Datos de la preocupación
Aunque la situación en el conjunto de Baleares es algo mejor, la reserva hídrica expresada en términos estatales ha caído por debajo del 40 por ciento esta pasada semana en la que ha perdido 693 hectómetros cúbicos, lo que representa el 1,2 por ciento del total, según datos del departamento gubernamental del ramo. En estos momentos los embalses guardan 21.730 hectómetros cúbicos, por lo que están al 39,2 por ciento de su capacidad; 10.969 hectómetros cúbicos menos que la media del decenio –un 33,54 por ciento menos y un 17,34 por ciento menos que en las misma fecha del año pasado–.
Debemos remontarnos hasta 1995, hace 27 años, para encontrar en la misma semana un peor dato de reservas de agua en los embalses españoles, justo coincidiendo en un momento de sequía histórica, cuando la reserva marcó el 31,03 %. Actualmente hasta ocho cuencas hidrográficas de España guardan menos agua que lo que permite la mitad de su capacidad. Estos son los embalses de las cuencas del Duero (42,2 por ciento); Tajo (40,5 por ciento); Guadiana (25,8 por ciento); Guadalete-Barbate, (27,1 por ciento); Guadalquivir (24,2 por ciento); cuenca Mediterránea Andaluza (40,7 por ciento); Segura (39,9 por ciento) y las cuencas internas de Cataluña (42,1 por ciento).
El apunte
Optimización y mejoras en la red
Para hacer frente al alza del consumo y a la reducción de las reservas acuíferas la organización Foro de la Economía del Agua ha propuesto que las restricciones y otras actuaciones urgentes para paliar la escasez de agua se complementen con medidas destinadas a combatir la sequía, como por ejemplo la optimización del consumo, la desalación o dedicar más inversión en la red de suministro.
«Estamos viviendo una grave situación de crisis hídrica especialmente en la cuenca mediterránea, que se ve agudizada por un proceso meteorológico de sequía recurrente que será cada vez más largo como consecuencia del cambio climático» ha señalado Francisco Lombardo, presidente de la entidad, al admitir que esta situación hace necesarias las restricciones de agua y otras medidas urgentes, que en todo caso deberían articularse junto a «actuaciones a medio y largo plazo» como la reducción y optimización del consumo, la reutilización o la desalación de agua marina.