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¿Qué es el MidCat?

El presidente francés en una comparecencia pública. Según Macron, el proyecto es costosísimo y daña el medio ambiente, una apreciación que en España ya han compartido los ecologistas. | Reuters

| Madrid |

Buena parte de las esperanzas para amortiguar el duro impacto que conlleva el cierre del grifo del gas de Rusia hacia el corazón de Europa pasan por un proyecto discutido y discutible, cuyo origen se remonta a los tiempos del Gobierno de Mariano Rajoy y que desde su mismo inicio ha planteado más de un dolor de cabeza al otro lado de los Pirineos. El MidCat, el proyecto que permitiría unir a España con el resto de Europa desde el punto de vista energético, ha contado desde sus primeros pasos con la desaprobación más o menos velada de Francia, ¿por qué?

El gasoducto se planteó hace años como forma de redistribuir el gas que España recibía hasta hace tan solo unos meses de forma mayoritaria procedente de Argelia. Una parte significativa del tramo que discurre por territorio nacional está ejecutada. Sin embargo los trabajos se detuvieron en 2019 ante la dificultad técnica que esta infraestructura planteaba. Además, su construcción era carísima en un momento en el cual el gas ruso era barato y llegaba a borbotones por las grandes canalizaciones al centro de Europa procedente de más al Este.

Ahora, que la guerra de Rusia en Ucrania lo capitaliza todo en Europa, el MidCat ha vuelto a colocarse en la palestra, y no ha sido por parte de España a pesar de que el presidente Pedro Sánchez ha expresado en algunas ocasiones su buena predisposición para abordarlo definitivamente. Esta vez fue el canciller alemán, Olaf Scholz, quien propuso a sus socios comunitarios reemprender las conversaciones para desbloquear una iniciativa que, por si fuera poco, acabaría con la condición de la Península Ibérica de isla energética; precisamente el argumento aportado por las autoridades comunitarias para aprobar el tope del precio del gas dedicado a producir electricidad en Portugal y España.

Últimamente las autoridades galas han vuelto a sus trece y bloquean nuevamente la culminación del MidCat. A pesar de que hace tan solo unos días miembros de su gabinete mostraron predisposición a acoger las razones de sus socios de la Unión Europea, el presidente Emmanuel Macron fue franco y directo, y en las últimas horas volvió a descartar su construcción en suelo francés ya que, a su entender, no resuelve el problema energético que sufre con fuerza el centro de Europa. Además, según su opinión es dañino para el medio ambiente, una apreciación compartida por algunos sectores ecologistas en nuestro país.

Una razón que casi nunca se aporta en voz alta es el suculento negocio que las empresas energéticas francesas desarrollan a costa de su energía nuclear relativamente barata, que a su vez trasladan a las líneas eléctricas de centroeuropa. En este sentido se entiende la oposición de Macron ante el MidCat, una piedra en el zapato del Elíseo desde los tiempos del último ejecutivo popular en La Moncloa. La noticia más relevante al respecto es la tibieza de Bruselas al no apostar por una acción que a buen seguro contribuiría a reducir la dependencia energética de una Unión Europea cada vez menos unida.

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