Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución, ha hecho este martes un llamamiento al consenso en el actual clima de tensión política y ha puesto como ejemplo el trabajo realizado hace 45 años para redactar el texto constitucional: «no fue fácil, pero lo hicimos». Invitado por el Congreso a un coloquio en vísperas del 45 aniversario de la carta magna, Roca ha defendido su vigencia, ha alertado del riesgo de que su reforma se convierta en «el pretexto para otra pelea» y ha apostado por que cualquier cambio cuente con el mismo apoyo que tuvo aquel texto en referéndum, en torno al 90 %.
A su juicio, es evidente que hay cosas que están fallando y que son «vulneraciones claras» de la Constitución, pero ha confiando en la labor del Tribunal Constitucional. «Mucha gente en este país ha muerto por la libertad, no se merece que nadie deje de respetarla hoy», ha manifestado. Por motivos de salud no ha podido participar en el coloquio como estaba previsto otro de los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, pero sí han debatido con Roca los dos diputados más jóvenes del Congreso, la socialista Ada Santana y el popular Miguel Ángel Sastre.
Santana ha hecho hincapié en la necesidad de actualizar la carta magna, asumiendo que en algún momento habrá que hablar también del modelo territorial o de la jefatura del Estado, mientras que Sastre ha considerado que el texto sigue «en plena forma» y solo necesita «retoques» puntuales, como la eliminación del término disminuidos en el artículo 49. Roca, por su parte, ha asegurado que no sacraliza la Constitución y ha admitido que se pueden actualizar varios aspectos, pero ha confesado que la idea no le entusiasma y ha querido dejar claro que «ninguna de las cosas que se ha dejado de hacer es culpa de la Constitución», sino de la voluntad política.
Ha rememorado el difícil contexto en el que lograron consensuar la Constitución, con las heridas de la guerra y la dictadura aún abiertas, y ha instado a los políticos actuales a buscar ese consenso para afrontar los problemas que aquejan ahora al país: «¿por qué no podemos hacer con menos tensión lo que entonces pudimos hacer?». «Yo tenía delante a don Manuel Fraga y, para mí, verle era decirme '¿cuándo me va a detener?'. Y luego yo lloré su muerte y fuimos capaces de ser amigos. No fue fácil, no fue fácil, pero lo hicimos; yo creo que es el mensaje que queda de estos 35 años», ha resaltado.
Tras señalar que la prelación del hombre sobre la mujer en la sucesión de la Corona podría modificarse con una ley orgánica sin cambiar la carta magna, ha insistido en los riesgos de abrir el melón constitucional: «¿O nos creemos que cuando hagamos una reforma este va a ser el tema importante? No me lo creo». Si finalmente se da ese paso, ha pedido saber quién «lo que se quiere hacer, hacia dónde se quiere ir» y concitar amplias mayorías: «La Constitución no puede ser un terreno de disputa, es un terreno de coincidencia».