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La cara B de la luz 'tirada' de precio: el Gobierno y el sector renovable, en guardia ante el riesgo de que perjudique la inversión

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La Semana Santa ha sido espectacular. Los penitentes se quedaron si procesiones y quienes optaron por la playa, sin sol, pero el temporal de lluvia y viento, llevó a abaratar a la electricidad hasta valores negativos como no había ocurrido nunca. Medias diarias de -0,01 euros/Mwh o de uno o dos euros han sido una buena noticia para hogares, ya sea con tarifa regulada indexada al mercado diario o porque estos precios deberían tirar hacia abajo de los contratos a plazo en el mercado libre, y para la industria, pero no todo el mundo está igual de contento. Los promotores de energías renovables y baratas como la eólica y la fotovoltaica miran con recelo que su mercancía se venda tan barata que no les permita recuperar la inversión. Aunque lo considera una "buena noticia", desde el Gobierno tampoco se quita ojo al perjuicio que un precio tan bajo de la luz convierta la generación renovable en un negocio tan poco rentable que haga bajar hasta ahora gran apetito inversor que debería mantenerse, a razón de unos 30.000 millones al año hasta 2030 para que se pueda hacer la transición ecológica.

"La gente aspira a ganar dinero con lo que hace. Si yo pongo a funcionar las máquinas y el mercado me las retribuye a cero [euros], obviamente no es una buena noticia para quien se dedica a producir y vender electricidad y yo lo entiendo". Con esta afirmación tan rotunda, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, respondía hace unos días al mensaje de "alarma" que durante un desayuno informativo se le trasladó desde el sector renovable ante unos precios excepcionalmente bajos de la electricidad. Pasada la Semana Santa, este viernes pasado, por ejemplo, el precio medio fue 0,74 euros/MWh.

Ribera, que en días previos y también en esa misma ocasión, calificó de "buenas noticias" el viento y la lluvia que, aunque fuera en Semana Santa, tiraron hacia abajo los precios de la electricidad, se mostró también consciente de que esto es algo que no le viene bien a todo el mundo. Para empezar, a los empresarios que esperan cubrir gastos y obtener un beneficio de poner en marcha una planta fotovoltaica o un parque eólico. Pero también porque una electricidad tan barata podría desbaratar los planes del propio Gobierno, que estima que serán necesarios hasta 294.000 millones de euros hasta 2030 para llevar adelante la transición ecológica.

"Necesitamos atraer 30.000 millones de euros al año de inversión para culminar la transformación del sistema energético", dijo Ribera el jueves. Poner en riesgo un apetito inversor en renovables en España que todavía calificó de "muy potente" sería uno de los efectos más indeseados de una electricidad muy barata que, con todo, para Ribera sigue siendo "mucho mejor noticia para la inmensa mayoría que lo veíamos hace nos años, con 400 euros el MWh, que no sabíamos cómo salir de ahí".

Primaveras y otoños de luz barata

De momento, tanto la vicepresidenta tercera como varias fuentes del sector renovable consultadas califican de "coyuntural" los bajos precios de la electricidad, provocados por la confluencia en los últimos días de "mucha lluvia, mucho viento y mucho sol", explica el director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso. Unido a una baja actividad por los días festivos, hicieron que no fuera necesario recurrir al gas -la tecnología más cara que determina el precio de todas las demás-, pero Donoso augura que los precios volverán a subir y recuerda que el año pasado, cuando la penetración de renovables ya empezó a bajar notablemente los precios, la media anual terminó siendo de 83 euros/Mwh.

Sin embargo, y aunque estos precios negativos hayan coincidido con un periodo especialmente 'barato' como es la Semana Santa, el despliegue renovable está asentado cada vez más en España, lo que hace que a lo largo del año haya temporadas de varios meses en los que mucha generación verde y no tanta demanda eléctrica haga que sea menos necesario el gas y, por tanto, más barata la electricidad. Así lo apunta Alejandro Labanda, director de Transición Ecológica de la consultora beBartlet, sobre el hecho de que, cada vez más, la primavera y el otoño serán de precios bajos, que terminarán cuando los aires acondicionados tiren de la demanda eléctrica para hacer frente a las olas de calor en verano o de la calefacción para el frío respectivamente. "Vamos a horas solares con muchas horas a cero euros", dice antes de que, por ejemplo al final de la primavera "haya horas altas [de precios] cuando aumente la demanda por las horas de calor".

Aunque no se quita ojo al factor inversor, de momento los promotores están preparados para resistir a los precios bajos de la electricidad, aunque algunos con más agobios que otros. "De momento, yo no he visto a ningún promotor que diga que no sigue adelante", afirma Donoso, directivo de la mayor asociación de empresas fotovoltaicas, que apunta que en estos momentos suponen un mayor factor de "inseguridad" impuestos como el que Aragón quiere poner a los parques o la moratoria en La Rioja.

La clave es la previsión de que esto puede suceder y, según Labanda, por lo general "las empresas lo tienen descontado", aunque eso no quita que precios tan bajos sí puedan estar tensionando a algunas que tengan que pagar deudas o amortizar créditos y tengan "menos disponibilidad de caja" o que unos precios cercanos a cero euros el megavatio/hora tengan ya también efecto en las ventas de electricidad a gran escala, en acuerdos privados de compra (PPA), la alternativa a las subastas reguladas y de los que España está a la cabeza. Si antes se firmaban a 40-50 euros/Mwh, ahora están "por debajo de 40 euros", apunta.

En este escenario, las empresas intentan pertrecharse. Hace unos días, el presidente de Naturgy, Fernando Reynés, subrayaba la importancia de que haya precios "adecuados" de la electricidad para que se dé uno de los tres elementos del "trilema energético", el equilibrio que, junto con un suministro seguro y estable y la descarbonización, dijo que debe producirse para que la transición de un sistema energético fundado sobre combustibles fósiles a otro con energías renovables sea un éxito. Por su parte, las empresas del sector eólico también intentan curarse en salud ante situaciones no solo de congestión de la red, sino ante situaciones en las que la oferta sea tan superior a la demanda -uno de los motivos de que sea tan barata- que la electricidad producida por los aerogeneradores no entre en el sistema y, según las normas actuales, no sea retribuida.

Aprovechando la inminente ley que regulará las subastas de eólica marina, una de las alegaciones presentadas por la Asociación Empresarial Eólica (AEE) pide que en esos casos, y frente a lo que ocurre en la actualidad, los promotores no sean penalizados por no suministrar todos los megavatios/hora comprometidos en las subastas para tener un precio garantizado y puedan continuar en el régimen regulado y no pasar al mercado, con precios que ahora son más baratos.

Almacenamiento, subastas y electrificación

Tanto el Gobierno como los promotores coinciden en las soluciones para que la generación renovable siga produciendo electricidad barata pero sin arruinar a los productores, que pasan por aumentar una electrificación de la economía que no va tan rápido como sería deseable, para aumentar la demanda, así como por el almacenamiento y por las subastas de energía por parte del Estado, que aseguran a los productores un precio, así llueva o haga sol.

Antes de que los promotores no puedan seguir haciendo frente a precios muy bajos de la electricidad, "creo que puede llegar antes un despliegue del almacenamiento", dice Labanda que coincide con Ribera en que en 2024-2025 serán años clave para la meta que menciona Donoso en el ámbito fotovoltaico, que cada planta solar se cree con baterías para almacenar la electricidad generada con el sol para momentos en que haya menos oferta y la puedan vender a un precio más elevado. Los planes están ahí y el nuevo PNIEC prevé que en 2030 que haya instalados 22 gigavatios de almacenamiento pero para eso la UNEF pide al Gobierno que "termine de desarrollar toda la reglamentación y dé una señal de precio", es decir, fije un precio para la electricidad que se vierta a la red, no desde una planta fotovoltaica sino desde una batería. "Es necesario que se regule cuanto antes", dice Donoso.

El tercer elemento para asegurar un pago sostenible a los promotores son las subastas reguladas, que Ribera ha defendido de forma sostenida incluso en momentos en que los contratos privados eran más ventajosos. Esta semana, reiteró que los contratos en los que el Estado fija un precio por MWh durante 10 o 12 años son un factor de "certidumbre" para los promotores, como también lo ven Labanda o Donoso, que subraya en el factor clave de que "tiene que garantizar una rentabilidad" y urge de nuevo a Ribera a publicar un calendario de subastas hasta 2030 para que e mercado sepa a qué atenerse.

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