El último artículo del escritor Arturo Pérez-Reverte en la revista XL Semanal ha generado polémica, al alertar que en cuestión de algunos años saldrá de las facultades españolas una hornada de jóvenes graduadas en Educación Infantil y Primaria, entre las que algunas llevarán «–lo usan ahora, como estudiantes–», puntualiza, el hiyab, típico pañuelo musulmán que «oculta el cabello de la mujer a fin de preservar su recato, impidiendo que una exhibición excesiva de encantos físicos despierte la lujuria de los hombres».
No se trata, según sostiene el articulista, de una anécdota cualquiera, ya que en poco tiempo esas maestras podrían impartir clases con un símbolo religioso sobre la cabeza a niños y niñas pequeños, en las mismas aulas de las que «quedaron desterrados hace tiempo los crucifijos».
Unas líneas más tarde se hace eco de la sentencia que dio la razón a una trabajadora, a quien su empresa le prohibió desempeñar su labor de atención al público con el velo islámico.
Por esa misma regla de tres, describe, «una azafata católica integrista, por ejemplo, acogiéndose a esa sentencia, podría llevar, si sus ideas religiosas se lo aconsejan, un crucifijo de palmo y medio encima del uniforme, dando así público testimonio de su fe».
«No se trata de Islam o no Islam. Tolerar tales usos es dar un paso atrás», afirma, sentenciando que admitimos «por la puerta de atrás lo que echamos a patadas, con sangre, inteligencia y sacrificio, por la puerta principal».
Estos comentarios han provocado un revuelo considerable. Por ejemplo, en la comunidad internauta Todos contra la islamofobia han colgado la imagen que incorpora esta información, y que ha sido múltiplemente compartida, con el texto: «Helena a Arturo Pérez-Reverte. Soy profesora. Llevo hiyab. Soy española. Soy feminista».