Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto una supertierra, un planeta rocoso y templado que orbita a una estrella enana roja y que, por sus características iniciales, podría contener agua, lo que le convierte en un muy buen candidato para albergar vida.
Como publica la revista Nature, el exoplaneta, bautizado como LHS 1140b, se encuentra fuera del Sistema Solar, y orbita en torno a una estrella tipo M, una estrella enana roja «algo más pequeña que nuestro Sol y menos luminosa pero de las más abundantes de la galaxia», ha explicado el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y coautor del trabajo, Felipe Murgas.
La supertierra y su estrella están en la constelación de Cetus (el monstruo marino), a 39 años luz de distancia de nuestro Sol, «dentro del vecindario del Sistema Solar», apunta Murgas.
«Es el exoplaneta más interesante que he visto en la última década» y el «objetivo perfecto para llevar a cabo una de las misiones más grandes de la ciencia: buscar evidencias de vida más allá de la Tierra», afirma el autor principal del trabajo e investigador del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (Cambridge, EE.UU.), Jason Dittmann.
El nuevo planeta fue descubierto gracias a la red de telescopios MEarth-South, dedicados en exclusiva a buscar exoplanetas.
De hecho, fueron los instrumentos de MEarth-South los que permitieron medir el radio del planeta y, gracias al espectógrafo HARPS instalado en el Observatorio ESO La Silla (Chile), se logró medir la masa del planeta, el periodo orbital y la densidad de la supertierra.
De acuerdo con estas mediciones, LHS 1140b tiene un radio 1,4 veces el de la Tierra y su masa es 6,6 veces la de nuestro planeta.
Pero lo más importante son sus condiciones, particularmente favorables para albergar vida, y es que, por su cercanía a la estrella que orbita, LHS 1140b está dentro de lo que se llama «zona habitable», es decir, que la temperatura de su superficie permite la existencia de agua en los tres estados posibles: líquido, sólido y gaseoso.
«Que haya agua o no dependerá de la composición atmosférica del planeta y de otros factores, como por ejemplo la presencia de campos magnéticos en el planeta», pero lo más importante es que el planeta «cumple los requisitos para albergar agua», que es la definición de zona de habitabilidad, subraya Murgas.
No obstante, para que haya vida tal y como la conocemos, además de agua, un planeta necesita retener una atmósfera. Sobre este punto, los investigadores creen que, por su gran tamaño, hace millones de años el exoplaneta podría haber tenido un océano de magma en su superficie, lo que podría haber proporcionado vapor a la atmósfera.
En cuanto a la edad del sistema descubierto, los autores proponen que LHS 1140b pudo formarse de una manera similar a la Tierra y calculan que su estrella tiene al menos 5.000 millones de años, la misma edad que el Sol, aunque «este punto aún no está claro porque las estrellas tipo M pueden extender su reacción nuclear -combustión- durante muchos más años que astros como el Sol, de modo que podría tratarse de un sistema bastante viejo», apunta Murgas.
Lo cierto es que falta mucho por averiguar y por estudiar de esta supertierra, que está «al límite de lo que se puede observar con los instrumentos actuales», pero lo importante es que es un planeta «potencialmente interesante» y un «muy buen candidato» buscar vida.
Su hallazgo, explica el investigador del IAC, es el paso previo a la investigación astronómica de las próximas décadas, la que liderarán los telescopios de nueva generación como el James Webb o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT), que se instalará en Chile y que «en un par de años podrán estudiar este sistema y tratar de detectar su atmósfera» entre otros aspectos.