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Carta de Patricia a su hijo Gabriel Cruz en el día de la madre

La madre del niño asesinado el pasado mes de febrero expresa en la carta su deseo de poder cree en milagros para poder vivirle «un minuto más»

Patricia Ramírez

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Patricia Ramírez, madre del niño Gabriel Cruz, por cuyo asesinato está encarcelada Ana Julia Quezada, ha escrito una carta dirigida a su hijo, con motivo del Día de la Madre, en la que le expresa su deseo de poder creer en milagros para poder vivirle «un minuto más».

«Ahora suena (...) 'Gloria a ti' de Rosarillo. La escucho y de repente a mi cabeza se me viene confesarte que sé que tengo que vivir con tus recuerdos. Pero hay una parte de mí que espera volver a verte, escucharte, sentirte, más allá, en un milagro. ¡Dios! Cómo me gustaría creer en los milagros y vivirte un minuto, sólo un minuto más», dice en la misiva remitida a los medios.

Patricia reconoce que sueña con ello y que piensa que se quedaría «atónita» observando al niño, dejando que marcase los «tiempos» y memorizando sus «miles de expresiones en pocos segundos».

«Si sigo soñando se me viene tu carita y ojos tiernos, a la vez que te me acercas pidiéndome mimitos, dejando aflorar tu ternura y limpieza. Imagino cómo te abrazarías y seguro que te encogerías como un paquetito entre mis brazos y me hablarías, primero triste, diciéndome lo que me echas en falta y lo que esperas que haga por ti», escribe.

A continuación, la madre reproduce un supuesto diálogo entre ella y su hijo, en el que éste le diría «pizpireto» y con voz de «entusiasmo» que ha visto «miles y miles de peces» y a todo el mundo escuchando girasoles, porque todos le quieren «mucho».

En este diálogo, el pequeño le confiesa a su madre que fue él el que mandó una calavera portuguesa a la costa de Almería que tanto les «enamora» a los dos para que supiese que está con ella.

«¡Lo sabía mami! (me dirías) porque hablábamos mucho de ellas, y recuerda que Víctor, el gran buceador, nos dijo que era imposible verlas en nuestro mar. Creo que, después, se haría el silencio y nos miraríamos. Te diría 'te quiero' y tu responderías: 'Yo más' -te imagino en tono bajito y sonriente-, '¡infinito!', yo te respondería, 'mas infinito elevado al infinito'. Después nos quedaría el silencio enamorado y nos despediríamos».

Patricia asegura en su carta que quiere seguir protegiendo a su hijo, a su «sonrisa eterna», principios, valores y su «alegría» en su «forma de vivir».

«Lo hago de diferentes maneras, cuidándome para estar fuerte y poder seguir andando con el arrojo necesario».

«Sé que te alegraría saber que, junto con papá, nos estamos encargando de que no se mencione a la bruja mala, y haremos todo lo posible porque no pueda hacer daño nunca más. Sabemos que prefieres ver gestos de alegría y amor en los que tu esencia se vea reflejada», añade.

Patricia también le recuerda al niño cómo fue el día de la madre del año pasado y cómo lleva la «pulserita negra» que le regaló, así como que hace unos días encontró en su casa un retrato del menor realizado por un «señor de La Coruña» que le hizo pensar que realmente «hay personas que brillan en la oscuridad».

«No estoy sola, mi niño, hay mucha buena gente que nos ayuda desde diferentes lugares, te ayudan a ti y así nos protegen a todos. Seguro que después de todo lo que te he contado ya no te extraña que se escuche tanto la canción de Girasoles. Queda tranquilo y descansa. Está todo bien y mañana será un buen día, mi niño. Nos vemos en nuestros sueños», concluye.

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