Al contrario de lo que se ha intentado hacer creer, el consumo de cigarrillos electrónicos retiene al fumador en su adicción a la nicotina, de modo que el 80 % de usuarios de estos dispositivos electrónicos también fuma tabaco, lo que dispara un 400 % el riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Son los datos que ha ofrecido el doctor Rodrigo Córdoba, del grupo de Trabajo de Abordaje de Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) en la en la jornada APDAY-semFYC 2024, que ha reunido a más de 600 profesionales de Atención Primaria para actualizar sus conocimientos como la enfermedad cardiovascular, problemas en salud mental o respiratorios, entre otros.
Un tercio de la población española de entre 15 y 64 años fuma a diario y el 37,2 % lo ha hecho en el último mes, según la última encuesta Edades de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Al año se producen cerca de 56.000 muertes asociadas al tabaquismo. En este contexto, los médicos de Atención Primaria se erigen como una figura esencial para acompañar en el proceso de deshabituación tabáquica.
«A muchos fumadores, si no les tratamos nosotros, no les va a tratar nadie», ha subrayado el experto. Sin embargo, solo un 10 % de los fumadores que acuden a consulta están realmente convencidos de querer dejar de fumar, y es con ellos con los que el abordaje se debe iniciar inmediatamente, ofreciéndoles consejos breves y concisos, apoyo conductual y tratamiento farmacológico. Los medicamentos disponibles para dejar de fumar -como Todacitán o Recigarum-, ha subrayado el doctor, son seguros y eficaces, hasta 2,5 veces más que el consejo médico.
«Nunca hay que dejar de ofrecer fármacos a un fumador que solicite ayuda para dejarlo», ha recalcado. Y lo que nunca hay que hacer es dar credibilidad a las teorías que afirman que los cigarrillos electrónicos de nicotina ayudan a dejar de fumar o a reducir los daños. El uso de estos dispositivos, que en España se ha duplicado en apenas siete años, pasando del 6,8 % de 2015 al 12,1 % de 2022, no solo no disminuye la prevalencia del tabaquismo, sino que la aumenta, como se ha constatado en países como Italia, donde está incrementándose sobre todo en varones.
Los cigarrillos electrónicos aumentan un 44 % el riesgo de padecer un infarto, porcentaje que se dispara al 300 % en el caso del tabaco. Pero si se hace un consumo dual, el riesgo pasa a ser del 400 %, y es en lo que deriva en la mayoría de los casos: el 80 % de los usuarios de cigarrillos electrónicos también fuma tabaco, con lo que al final el riesgo de estos dispositivos que se presuponía menor, «acaba siendo mucho mayor», ha concluido.