Para Edurne Pasaban (Tolosa, 1973), nada es imposible. Es la primera mujer del mundo en escalar los 14 ochomiles (montañas que superan los 8.000 metros de altura) y a pesar de las calamidades, sufrimiento y pánico, nunca se ha rendido. Es la alpinista que ha roto las barreras, pero detrás de todo esto hay una historia de superación, valentía y motivación.
La hazaña de las 14 montañas le ha valido el Premio Adventurer of the Year 2010 de National Geographic, el Premio Nacional del Deporte Reina Sofía 2010 y el Premio Vasca Universal 2010, además de la candidatura al Premio Príncipe de Asturias del Deporte 2010 y su inclusión en las listas anuales de aventureros de las revistas The Alpinist y Outside. Y a pesar de todo, no evitó que se viese afectada en su vida personal por problemas de salud mental que consiguieron hundirla en una profunda depresión. De esto hablará el próximo martes en el congreso Lo que de Verdad Importa porque, como ha reivindicado Edurne en muchas entrevistas, es fundamental visibilizar esto.
Su primer ascenso fue al monte Everest en 2001, tras dos previas tentativas que no consiguió. Tras este éxito, llegaron los siguientes: el Dhaulagiri (8.167) en el segundo intento; el Makalu (8.465); la cumbre del Cho Oyu (8.201) o la cima del K2 (8.611), por ejemplo. Su último ascenso fue el macizo montañoso de Annapurna (8.091) en 2010.
Salud mental
Hoy en día, Edurne Pasaban, que es madre, compagina sus entrenos de alto rendimiento con ponencias sobre crecimiento personal y es responsable de diversas empresas. En varias de sus conferencias ha hecho mención a la depresión que sufrió y le llevó a estar una temporada ingresada.
Edurne se abre completamente cuando tiene que hablar de este tema, y lo hará sobre el escenario del Palau de Congressos porque algunas veces ha lamentado que si de pequeños se habla sin tapujos sobre esta enfermedad mental, muchos niños no sufrirían lo que ella ha tenido que vivir. Ante todo, es defensora de pedir ayuda, y eso transmitirá en su conferencia. Edurne, a pesar de todo, se siente una afortunada, y su admiración por las montañas permanece intacta.