La acusación particular en la causa contra el actor, director y productor de cine porno Nacho Vidal por un supuesto delito de homicidio imprudente cometido en el transcurso de un ritual del sapo bufo pide siete años de cárcel por un delito de homicidio imprudente y otro contra la salud pública. La Audiencia de Valencia revocó en marzo el archivo provisional de la causa seguida contra Ignacio Jordà, conocido con el nombre artístico de Nacho Vidal, y otros dos investigados por la muerte de un fotógrafo el 28 de julio de 2019 en la localidad valenciana de Enguera durante la celebración de ese ritual, y consideró que hay suficientes indicios para juzgar los tres procesados.
En el escrito de la acusación particular en este caso, que ejerce la familia del fotógrafo y al que ha tenido acceso EFE, se solicitan para el actor cuatro años de cárcel por homicidio imprudente, y por un delito contra la salud pública tres años de cárcel y una multa de doce meses a razón de 20 euros el día. Para los otros dos acusados, una prima y un amigo del actor, solicita para la primera también 7 años de cárcel por los delitos de homicidio imprudente y contra la salud pública y la misma multa como cooperadora necesaria, y para el segundo 3 años de prisión por un delito de encubrimiento. Asimismo, se reclama a los tres acusados 150.000 euros como indemnización por el daño psíquico y personal causado.
El escrito de la acusación considera que de la instrucción se desprende que el 28 de julio de 2019 el fotógrafo llegó a una vivienda propiedad del actor en Enguera, donde estaban también la prima y un amigo de este, para pasar el día y practicar un ritual, que iba a dirigir Vidal por su experiencia en este tipo de actos. Expone que el actor sacó una pipa de cristal de su propiedad y una sustancia ilícita y de gran toxicidad, conocida vulgarmente como veneno del sapo bufo, y comenzó la preparación de la pócima, «sin tener control alguno sobre la dosis al no estar la pipeta calibrada ni utilizar instrumento de pesaje alguno». Mientras se llevaba a cabo el ritual, en el que participaron los tres acusados, el fotógrafo comenzó a tambalearse y se desplomó de forma brusca al suelo, según se puede ver en una grabación, que refleja que apenas pasaron 24 segundos de la ingesta de la sustancia hasta que empezaron las convulsiones.
La acusación afirma que Vidal continuó el ceremonial, pese a que el protagonista seguía inconsciente, con temblor corporal y dificultad respiratoria, y sostiene que no llamaron a los servicios sanitarios hasta transcurridos veinte minutos de ritual, a pesar de que «iba empeorando segundo a segundo». «El acusado dio prioridad al ritual a solicitar llamar de forma urgente a la asistencia sanitaria, demorándola durante 22 minutos, cuando ya la situación de nuestro mandante era absolutamente irreversible y se encontraba fallecido», indica el abogado de la acusación. Añade que, tras el fallecimiento, todos los acusados alteraron la escena para ocultar lo ocurrido, y afirma que el ritual resultó ser «irracional, temerario y muy peligroso».