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Pablo Ojeda, nutricionista: «Que tu pan sea marrón no significa que sea saludable»

Alertan sobre panes etiquetados como «integrales» que esconden harinas refinadas, azúcares y aditivos que reducen su valor nutricional y podrían causar inflamación

Alertan sobre panes etiquetados como «integrales» que esconden harinas refinadas, azúcares y aditivos que reducen su valor nutricional y podrían causar inflamación

| Madrid |

Una investigación reciente ha destapado el engaño que se esconde tras muchos de los productos etiquetados como «integrales» que se venden en los supermercados de España. Según ha revelado el especialista en nutrición Pablo Ojeda, muchos panes que se comercializan como opciones saludables contienen ingredientes que reducen significativamente su valor nutricional y podrían resultar perjudiciales para la salud a largo plazo.

El experto advierte que, a pesar de que la demanda de alimentos integrales ha aumentado considerablemente en los últimos años, no todos los productos cumplen con las expectativas nutricionales que prometen. "Muchos panes integrales de supermercado juegan a disfrazarse de saludables, pero en realidad tienen harinas refinadas como primer ingrediente, caramelo, colorantes para evitar el tono oscuro, multicereales, azúcar y aceite de palma, cosas que ningún pan de calidad debería contener en su composición", explica Ojeda.

Este fenómeno no se limita solo a los panes, sino que se extiende a cereales, galletas y harinas que se comercializan bajo la etiqueta de «integrales». Según datos del Ministerio de Consumo, en 2024 más del 45% de los españoles optaron regularmente por productos integrales, creyendo estar tomando decisiones más saludables para su alimentación diaria. Sin embargo, la realidad detrás de muchos de estos productos dista mucho de lo que los consumidores esperan.

El engaño detrás de la etiqueta "integral"

El problema fundamental radica en la ambigüedad de la legislación actual. En España, para que un producto pueda etiquetarse como «integral», no necesariamente debe estar elaborado con el 100% de harina integral. Según los expertos, muchos fabricantes aprovechan este vacío legal para incluir pequeñas cantidades de harina integral mezclada con harinas refinadas, creando productos que aparentan ser saludables pero no lo son.

«Incluso panes que en su envoltorio dicen 100% integral, muchas veces no llevan el grano entero, ni salvado, ni germen, y además vienen cargados de azúcares escondidos, aceites de mala calidad, emulgentes E-471, E-472, conservantes, E-202... y es que cuando refinan el grano le quitan casi toda la fibra y parte de las vitaminas», advierte Ojeda. El resultado es un producto que aparenta ser nutritivo pero que, en realidad, puede contribuir a generar problemas de inflamación silenciosa en el organismo.

Los datos son alarmantes: según un estudio publicado por la Universidad Complutense de Madrid en enero de 2025, el 68% de los productos etiquetados como «integrales» en los supermercados españoles contienen menos de un 50% de harina de grano completo. Además, más del 70% incluye azúcares añadidos en alguna de sus múltiples denominaciones, como jarabe de glucosa, azúcar invertido o caramelo.

Cómo identificar un verdadero pan integral

Ante este panorama, los expertos recomiendan a los consumidores prestar especial atención a las etiquetas de los productos. Lo primero que debemos comprobar es la lista de ingredientes: en un pan verdaderamente integral, la harina integral de grano completo debe aparecer como primer componente. Además, conviene evitar aquellos que contengan azúcares añadidos, colorantes, aceites refinados o una larga lista de aditivos y conservantes.

«Un buen pan integral debe tener al menos 6 gramos de fibra por cada 100 gramos de producto», señala Ojeda. Esta cantidad garantiza que estamos consumiendo un alimento rico en fibra que aportará beneficios reales a nuestro organismo, como mejor digestión, mayor sensación de saciedad y un índice glucémico más estable.

Los expertos también recomiendan fijarse en el color y la textura: un pan integral auténtico suele tener un color más oscuro natural (sin añadir colorante caramelo) y una textura más densa, con presencia visible de trozos de cereales o semillas cuando los lleva. Sin embargo, el aspecto no debe ser el único criterio, ya que muchos fabricantes utilizan colorantes para simular el aspecto integral.

El impacto en la salud de los consumidores

El consumo habitual de estos productos falsamente integrales puede tener consecuencias negativas para la salud. Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, la ingesta regular de alimentos con harinas refinadas y azúcares añadidos está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

«Cuando pensamos que estamos consumiendo alimentos saludables pero en realidad estamos ingiriendo productos ultraprocesados disfrazados, no solo estamos perdiendo la oportunidad de nutrir adecuadamente nuestro cuerpo, sino que además podemos estar contribuyendo a un estado de inflamación crónica de bajo grado», explica el Dr. Miguel Ángel Martínez, catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra.

Este tipo de inflamación, conocida como «inflamación silenciosa», ha sido relacionada en múltiples estudios científicos con el desarrollo de enfermedades crónicas y procesos degenerativos. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística publicados en febrero de 2025, las enfermedades relacionadas con la alimentación inadecuada representan más del 30% del gasto sanitario total, una cifra que no ha dejado de crecer en la última década.

Alternativas para un consumo más consciente

Ante esta situación, los expertos recomiendan diversas alternativas para quienes desean incorporar productos verdaderamente integrales a su dieta. Una opción es recurrir a panaderías artesanales que elaboren sus productos con métodos tradicionales y harinas de grano completo. Según la Asociación Española de Panadería Artesanal, el número de establecimientos que ofrecen panes realmente integrales ha aumentado un 25% en los últimos dos años.

Otra alternativa es la elaboración casera, que permite controlar por completo los ingredientes utilizados. Las ventas de máquinas para hacer pan y de harinas integrales para uso doméstico han experimentado un incremento del 40% desde 2023, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Electrodomésticos.

«Lo importante es que los consumidores sean conscientes de lo que están comprando y desarrollen un espíritu crítico frente a las etiquetas y el marketing», concluye Ojeda. Solo así podrán tomar decisiones verdaderamente informadas que beneficien su salud y bienestar a largo plazo.

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