Alexia Hartmann, médica aérea residente en Ibiza, relata en sus redes sociales una situación que la dejó atónita durante su viaje desde Bremen hacia Mallorca. «No os vais a creer lo que me acaba de pasar. De hecho, tengo dudas de que sea legal», comienza explicando. Según cuenta, cuando llegó al control de seguridad le pidieron que sacara sus líquidos. «Yo desde hace bastante tiempo no viajo con las bolsitas transparentes porque no llevo casi nada de líquidos. Solo llevaba una de mis cremas para dermatitis atópica, que es bastante cara y muy pequeñita», relata.
Alexia asegura que hasta ese momento nunca había tenido problemas en otros aeropuertos: «Nunca me han puesto problemas, nunca, hasta hoy». Sin embargo, la agente de seguridad le indicó que la crema debía estar dentro de una bolsa transparente, algo que ella no llevaba. «No tengo bolsa transparente, ¿qué hago?», preguntó, y la respuesta fue que tendría que salir del control y comprar una bolsa a un hombre que estaba cerca de la entrada.
«¿Cómo que venderá una bolsa? ¿Ustedes no la dan?», insistió Alexia a la trabajadora. La respuesta fue negativa: solo podía comprarla allí y en efectivo, y además, tendría que volver a hacer toda la cola si salía. Ante el riesgo de perder su vuelo, decidió pagar el euro que le pidieron por la bolsa. «Le pedí si podía darme un ticket o factura y me dijo que no. Me dijo: si quieres la bolsa la pagas y si no, pues nada», cuenta la pasajera.
En retrospectiva, Alexia duda de la legalidad de la situación: «Creo que ha sido un poco ilegal, pero no estoy segura. Por favor, abogados, gente que entienda, ¿me podéis decir si esto ha sido legal?». La normativa europea establece que los líquidos deben ir en contenedores de hasta 100 ml dentro de una bolsa transparente de hasta 1 litro, pero no obliga a los aeropuertos a venderlas ni regula cómo deben obtenerse. Por tanto, aunque la práctica puede resultar poco ética o sorprendente, no constituye necesariamente una violación de la ley, sino más bien una decisión interna del aeropuerto o del operador de seguridad.
Alexia finaliza su relato con un toque de incredulidad: «Yo ya llevo toda mi vida viajando y esto nunca me había pasado. Es absurdo que tenga que pagar por algo tan básico solo para poder embarcar». Su historia ha generado debate en redes sobre las prácticas de algunos aeropuertos y la forma en que se aplican las normas de seguridad.
ToniSe te ve el plumero Pepero, anda hasta rima