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¿Crecer o decrecer? ¿Es esta la cuestión?

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Durante las últimas semanas, quizás por las noticias de que esta temporada se prevee de gran afluencia, se ha avivado el debate de si hay que crecer, cómo o si incluso hay que decrecer.
Desde mi punto de vista, esta no es la cuestión, ya que divide, enfrenta y polariza la sociedad. Es el paradigma de la escasez, cuando se trata de debatir y consensuar algo tan importante como es el futuro y la prosperidad, no ya nuestra sino de las generaciones que vienen. Creo que la cuestión debe centrarse en lo que sí estamos todos de acuerdo y queremos: ¿cómo seremos capaces de crear valor social, ambiental y económico de forma sostenible y equilibrada para nuestra comunidad?

Cuando hay un objetivo como este, estoy seguro compartido por la gran mayoría, podemos trabajar en soluciones, planteamientos innovadores, inclusivos e incluso transformadores. Planteamientos que van más allá de los debates que polarizan, dividen y donde la lucha por repartirse la tarta, se transforma en como hacerla más grande para todos. Es decir trabajar en el paradigma de la abundancia.

En los últimos años ha surgido la iniciativa, liderada por la Fundación Impulsa, de convertir Balears en un referente mundial de la economía circular. Este es un objetivo que aúna voluntades ya sea de empresas, ciudadanos, asociaciones, administración pública o partidos políticos. Con esta iniciativa se ha iniciado un movimiento imparable que será capaz de transformar nuestra sociedad haciéndola más próspera en los tres sentidos social, económico y medioambiental.

Si el debate se centrase en como lograr una comunidad con una economía plenamente circular, a lo que nadie se opone, surgirían iniciativas, alianzas proyectos u oportunidades con los que dibujaremos un futuro que todos queremos, que es inclusivo y no excluyente. Un debate constructivo con datos, proyectos y compromisos compartidos donde la ideología de los partidos quedaría en un segundo plano. Porque lo que interesa es aunar voluntades y compromisos de todos.

Si lográsemos que la cultura de la circularidad fuese una realidad en la sociedad y la economía de nuestras islas, lideraríamos una tendencia social global cada vez más exigida que nos diferenciaría; nuestro sector turístico sería tractor de una cadena de valor integradora e inclusiva; seríamos capaces de crear valor añadido diferente y creciente que nos permitiría generar prosperidad para nuestros ciudadanos; generaríamos nuevas oportunidades de desarrollo que seguramente nos ayudaría a retener y atraer talento que ahora no podemos; desarrollaríamos nuevas áreas de conocimiento e investigación en nuestra universidad; crearíamos nuevas oportunidades, desarrollando y atrayendo nuevas empresas innovadores y exportadoras de intangibles; tendríamos una mayor renta per cápita y seguro que más uniformemente distribuida, todo ello preservando nuestros valores sociales y ambientales.

Por lo tanto, creo que si centramos el debate en «cómo ser capaces de crear valor social, ambiental y económico de forma sostenible y equilibrada para nuestra comunidad» seremos capaces de lograr una sociedad más inclusiva, equilibrada y próspera. Y la circularidad es una gran palanca para ello.

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