Menorca ha cerrado una temporada turística positiva pero con altibajos donde no se han cumplido las expectativas generadas y marcada por el descenso del turismo nacional, que se ha visto compensado en parte, por la subida del extranjero, recordando lo que ya sucedió en 2019. De nuevo septiembre y quizás no tanto octubre, han marcado una pauta de comportamiento favorable en cuanto a cifras de ocupación y presumiblemente de facturación, aupadas por la conectividad, ayudando a redondear los números de unos meses de julio y agosto de menor efervescencia con una DANA incluida.
Prácticamente nueve meses de temporada turística que empezaban en febrero con los viajes del Imserso y que oficialmente, se cerrarán el próximo 15 de noviembre llegando a la cifra de dos millones de turistas, con el anuncio por parte de la Fundación Fomento del Turismo de Menorca de la continuidad este invierno del enlace con Londres dos veces por semana. La entidad encargada de la promoción de Menorca sigue trabajando todavía en su cometido para estirar la temporada tanto como sea posible. Sin embargo, en la otra cara de la moneda también ha estado la irrupción de distintas protestas de una parte de la sociedad menorquina, insatisfecha por el problema de la falta vivienda y la sensación de masificación que clama por establecer límites a la actividad turística. Un puzzle difícil de encajar.
VALORACIÓN POSITIVA. En su conjunto, la valoración que se hace tanto desde la Pequeña y Mediana Empresa de Menorca (PIME) como desde la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome) es que la temporada ha sido positiva, pero con unos resultados que se esperaban mejores, teniendo en cuenta el precedente de estos últimos años.
Desde PIME su secretaria general, María García habla de temporada de advertencia por la progresiva reducción del turismo nacional y su contención en el gasto. «La tónica de estancias más cortas y de clientes que llegan con un paquete turístico cerrado se impone», añade García. Respecto al comportamiento de los mercados turísticos, el turista francés ha seguido en expansión igual que el italiano aunque para Ashome, no compensan la disminución del español ni se recupera la pérdida del británico. También se ha producido un aumento significativo del turismo suizo y portugués con el rada también puesto en un incipiente mercado americano que ya se pasea por la Isla. La asignatura pendiente sigue siendo el turismo alemán, en un declive constante y encaminado a desaparecer en Menorca. Los hoteleros también hacen hincapié en la falta de vivienda como una cuestión que va a más y que afecta a todos los sectores a la hora de poder alojar al personal necesario.
«El problema no es el turismo, el problema es no gestionar y no poner medidas que ayuden. En 2003 nuestra patronal ya se posicionó a favor de limitar el crecimiento hotelero y desde entonces, reclamamos una medida similar para el resto de estancias», explica la gerente de la entidad, Azucena Jiménez. «Desde hace más de una década, Ashome ha venido advirtiendo a las autoridades sobre los riesgos que observábamos en otras islas en cuanto a la falta de vivienda y el crecimiento de lo ilegal. En 2017 ya advertimos que el nuevo concepto de estancia turística en el plurifamiliar invadiría lo residencial y complicaría la búsqueda del ilegal», afirma la gerente.
TRÁFICO INTERNACIONAL. El aeropuerto de Menorca ha frenado su escalada habitual de récords, en un claro reflejo de la sintomatología de la temporada turística donde el descenso de llegadas del pasajero nacional en los meses centrales, se ha visto compensado por un ligero aumento del flujo internacional. En lo que va de año, de enero a septiembre se han superado la barrera de los tres millones de movimiento de pasajeros, alcanzando una cifra de 3.608.195 personas (idas y venidas), un 2,6 por ciento más que en 2023. El mes de julio reflejó un descenso del 0,1 por ciento respecto al año anterior donde la bajada del llegadas nacionales del 6,6 por ciento, se compensó con el aumento de tráfico internacional del 7,7 por ciento.
Agosto, el mes por excelencia de las vacaciones subió hasta los 750.279 viajeros, con el mismo esquema de descenso de vuelos nacionales en un 8,7 por ciento, compensado con un 11,3 de extranjeros. En números absolutos, entre los meses de julio y septiembre han pasado por el aeropuerto 82.545 viajeros más en rutas de conexiones internacionales que hace un año lo que ha sostenido este crecimiento mínimo del aeródromo.
GASTO EXTRANJERO. El gasto diario del turismo extranjero ha ayudado esta temporada turística a compensar de algún modo el desplome del presupuesto con el que ha viajado el visitante nacional.
Si los meses de mayo y junio, antes del arranque de la temporada alta, se empezaba a notar un descenso del gasto medio del turista español en restaurantes y actividades complementarias, el mes de julio fue la constatación definitiva con una bajada que no se veía desde el año 2015, cuando el gasto del turista español se situó en una media diaria de 102,38 euros, un 14 por ciento menos que en el mismo mes del año pasado, en medio de un contexto de subida generalizada de los precios.
Si bien es verdad que los turistas que viajaron Menorca en agosto dejaron más dinero que el mismo mes que al año pasado, el comportamiento volvió a ser desigual en función de la procedencia. Mientras que el nacional aumentó su presupuesto un 8,25 por ciento, en el caso del turista extranjero este fue del 13,4 por ciento respecto a 2023.
PROTESTA. Uno de los impactos de esta temporada han sido los movimientos de protesta contra la masificación que se han organizado desde el GOB, enmarcados en la campaña Via Menorca con los que el grupo ecologista ha estado reclamando que se tomen medidas contra el crecimiento turístico incontrolado. Si en junio un millar de personas se concentraban delante de la sede del Consell Insular de Menorca para protestar, a finales de julio, un grupo de 250 personas llenaba Cala en Turqueta, una de las playas más emblemáticas de Menorca donde se lanzaban mensajes de «SOS Menorca» para llamar la atención.
En agosto, una cadena humana formada por 700 personas convocadas por el mismo movimiento reivindicaba el derecho a la vivienda de los residentes expulsados por el alquiler turístico y la venta a extranjeros. Su portavoz, Miquel Camps reclamaba un cambio de rumbo para que se adoptasen medidas concretas que evitasen caer en una balearización como en Mallorca o Eivissa.
«No estamos en contra del turismo, esto no es un debate para discutir esto sino para aplicar medidas concretas que ayuden a preservar lo que tenemos y nos diferencia del resto como en su momento, cuando luchamos hace años por las playas vírgenes que hoy son uno de los principales reclamos de nuestro destino», concluía.