Hace unas semanas, un bazar chino que hay al lado de mi despacho puso un cartel de «Todo al 50% por cierre». Casualmente, veía un vídeo de YouTube que decía que, en el primer trimestre de 2025, más de 3.600 ciudadanos chinos habían abandonado España y que la llegada de nuevos residentes se había desplomado por completo. El autor comparaba al colectivo chino con el canario en la mina. ¿Sabías que los mineros llevaban canarios a las galerías porque su muerte repentina servía de alerta temprana ante la presencia de gases tóxicos, invisibles y mortales?
No sé si estaremos ante el primer crujido antes del derrumbe, pero cuando un colectivo que siempre ha ganado dinero en silencio, empieza a marcharse en masa, yo levanto una ceja. Si, además, son chinos… la alzo por completo. Y si eso no te dice nada, te recuerdo que se están yendo los emprendedores que durante años ocuparon locales cerrados, donde nadie quería abrir y los transformaron en negocios rentables. En Palma, Eivissa o Manacor, todos los hemos visto. Hoy, muchos de esos locales vuelven a estar cerrados. ¿Por qué?
Esto no es una cuestión macroeconómica. Es algo muy tangible. Calles que habían revivido gracias a estos negocios hoy vuelven a quedar en pausa. Los que alquilaban locales a emprendedores chinos ahora vuelven a mostrar las persianas bajadas. La pregunta no es por qué se van los chinos. Mientras otros países compiten por atraer a perfiles como este, nosotros lo dejamos escapar y nadie va a tomar el relevo. Luego lloraremos por la despoblación de los barrios, el cierre de los pequeños comercios y la falta de actividad local.
Todo influye. Algunas causas muy evidentes: La competencia del comercio electrónico, los cambios en los hábitos de consumo, los costes de importación o políticas fiscales y administrativas implacables con el pequeño comercio. La llegada del colectivo chino vino de la mano de la crisis inmobiliaria, de los bajos precios para la compra y el alquiler de vivienda y locales, pero también de la alta demanda de productos de bajo coste. Ahora, para lo primero no hay soluciones, y para lo segundo… existen infinitas alternativas. Los chinos saben cosas que nosotros siempre descubrimos con cierto retraso. ¿Recuerdas quiénes fueron los primeros en ponerse la mascarilla?