Cada año, más de sesenta mil personas visitan los enclaves del patrimonio histórico militar de Menorca. Monumentos fortificados de defensa que en el pasado custodiaban la entrada al puerto de Maó se han convertido en la actualidad en espacios abiertos al público y en un sólido complemento de la oferta turística y cultural de la isla. Detrás de su conservación y dinamización está el Consorcio Militar de Menorca, que desde 1998 mantiene vivo este legado y que el pasado mes de octubre fue reconocido con el Premio Onda Cero Menorca 2025 por su labor de recuperación y difusión del patrimonio.
La Fortaleza de La Mola, el Castillo de San Felipe y el Museo Militar de Es Castell conforman tres espacios de cultura, turismo y memoria que este organismo público, formado por el Ministerio de Defensa, el Govern Balear, el Consell Insular de Menorca y los ayuntamientos de Maó y Es Castell, con la Autoridad Portuaria como miembro adherido, se encargan de salvaguardar. La entidad gestiona un presupuesto anual de 300.000 euros cuya presidencia recae en el Comandante General de Balears, Fernando Gracia Herreiz, pero cuya comisión permanente, tiene al Coronel Antonio Rojas al frente en su parte más ejecutiva desde mayo de este año.
LA MOLA.
En la entrada norte del puerto de Maó se alza la fortaleza de Isabel II, más conocida como La Mola, considerada una de las mayores fortalezas europeas construidas en el siglo XIX y admirada por su magnífico trazado y su buen estado de conservación. Su construcción se inició en 1847, cuando España temía un regreso británico y decidió reforzar la defensa ante la rivalidad entre Inglaterra y Francia. «Se diseñó una fortificación poligonal que combinaba un frente terrestre, para proteger el acceso por los Freus, y otro marítimo, que cubría la bocana del puerto», explica el Coronel Antonio Rojas.
Inaugurada parcialmente en 1852, la obra evolucionó al ritmo de la artillería, primero con cañones Krupp alemanes de 30 y 26 cm, después con los Ordoñez españoles de 24, y más tarde con los Vickers de 38 cm instalados durante la Segunda República. Su privilegiada situación, además, ofrece unas espectaculares vistas de la bahía y del litoral cuya ubicación en un entorno natural de especial protección para las aves, lo convierte en un paraje único por sus características. Abierto al público desde el año 2003, se ha convertido en la joya de la corona del patrimonio histórico militar de Menorca, cuyas visitas solo han hecho que crecer de manera progresiva año tras año, obteniendo en 2024 las mejores cifras de las últimas dos décadas. La explotación del recinto corre a cargo de la empresa mallorquina Pendent Serveis i Gestió SL, que se encarga de darle vida bien a través de las visitas que se pueden realizar durante todo el año pero también a través de múltiples actividades que acogen ya sea en forma de eventos culturales, empresariales, deportivos o también bodas.
Un enclave único en Menorca que este 2025 conmemora el 175 aniversario del inicio de su construcción, los 165 años de la visita de la reina Isabel II, y los 150 años de la finalización de esta ingente obra. En este sentido, el Consorcio Militar de Menorca ha anunciado que está preparando de la mano del Consell Insular de Menorca, su adhesión a la candidatura transnacional que lidera el Ayuntamiento de Tortosa para unirse a la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco dentro de aquellas poblaciones españolas del Mediterráneo que forman parte del sistema de fortificaciones que comprende del siglo XVI al siglo XIX.
SAN FELIPE.
El segundo elemento del patrimonio histórico militar que custodia el Consorcio Militar de Menorca es el Castillo de San Felipe, que se encuentra en la orilla sur del puerto de Maó y que completan también la Torre d’en Penjat y el Fuerte de San Felipet. Construido a mediados del siglo XVI siguiendo los planos del ingeniero italiano Juan Bautista Calvi para resistir los ataques turcos, pronto se convirtió en una de las mayores fortalezas del Mediterráneo. Con el dominio británico iniciado en 1713, el castillo se amplió con contraguardias, revellines y fosos que formaban una planta estrellada de ocho puntas. En 1782, tras un largo sitio dirigido por el duque de Crillón, España pudo recuperar la isla de Menorca y el rey Carlos III, ordenó su demolición. De aquel coloso quedan hoy día los restos exteriores y las galerías subterráneas, recuperadas en parte gracias a la labor del Consorcio.
Abierto al público desde el año 2002, el monumento tan solo admite visitas guiadas previamente reservadas y con un aforo máximo de 25 personas, en las que se acompaña al visitante por una zona de la obra exterior del mismo, así como una parte de los ocho quilómetros de galerías subterráneas cuyos túneles excavados a mano, permiten imaginar la dureza de la vida en la guarnición y el valor estratégico del puerto. «Uno de los propósitos de futuro es el de restaurar una parte del Castillo, cuya grandeza explica muy bien la historia de asedios y conquistas que han azotado a la Isla durante siglos», explica el Coronel Antonio Rojas. «Como curiosidad me gusta recordar que la tradición de celebrar la Pascua Militar en nuestro país procede precisamente recordando el esfuerzo humano que supuso la conquista de Menorca en 1782», detalla.
MUSEO MILITAR.
El tercer elemento patrimonial es el Museo Histórico Militar, una institución imprescindible para entender el papel que la guarnición ha tenido en la isla. Abierto en 1998, el proyecto surgió por la necesidad de conservar, ordenar y exhibir todo el patrimonio acumulado a lo largo de los años. El museo se ubica en un edificio emblemático, en uno de los antiguos cuarteles de plaza Explanada, alrededor de la cual creció Es Castell, fundado originalmente como Georgetown por los británicos en 1771. El edificio, también de 1771, tuvo múltiples usos a lo largo de su historia, desde cuartel, hospital e incluso vivienda para familias hasta que el inmueble inició su transformación como espacio museístico.
La exposición se organiza en dos plantas, en la primera de las cuales se ofrece un recorrido cronológico que repasa la historia militar de Menorca a lo largo de varios siglos, con paneles interpretativos y piezas originales que contextualizan cada época. En la planta baja, el foco se desplaza al siglo XX con salas temáticas que explican la presencia contemporánea de las distintas unidades militares que tuvieron actividad en la isla. Un total de 1.270 metros de espacio expositivo en el que destacan desde colecciones de armas portátiles a cartografía de los siglos XVI al XIX o fotografías antiguas.
Entre sus piezas más curiosas destacan una máquina Enigma de la Segunda Guerra Mundial, o una réplica de la pistola Walther PPK de James Bond. «En 2023 se llevó a cabo una importante remodelación con una modernización del discurso museístico que ha llevado a la inclusión de una línea cronológica más actual de la historia militar», explica el Coronel Rojas. La entrada al museo es gratuita y está abierto de miércoles a viernes así como el último sábado de cada mes.