Desde la Catedral de Palma a un apartamento tipo bungalow en Badia Blava de Llucmajor, pasando por cementerios, solares, pinares, restos de muralla y una pequeña cueva en Alcúdia. Hasta 208 propiedades han sido inmatriculadas, es decir, puestas a su nombre, por los obispados de las Islas. Esa es la información que el Govern balear ha recogido de los registros de la propiedad y que este lunes hizo llegar al Parlament.
Mallorca es la Isla con más propiedades a nombre de la Iglesia, concretamente 143. Entre estas se incluyen las parroquias de los diferentes municipios, varios santuarios, el Palau Episcopal (que aparece descrito como «un edificio que consta de planta baja, entresuelo, planta noble, porche con patio central y jardín posterior en un solar de 4.606 metros cuadrados y superficie construida de 2.135 metros cuadrados»), solares rústicos y urbanos, y una plaza en Mancor de la Vall.
En Menorca, 40 bienes inmuebles son propiedad del obispado, en Ibiza, 21 y en Formentera, 3. La Iglesia no paga IBI en España por sus propiedades. Algunos de sus solares están sin edificar, otros se utilizan como centros parroquiales. De la documentación remitida al Parlament se desprende que la práctica totalidad de sus bienes tienen que ver con el culto o están relacionados con éste.
La recopilación que la Conselleria de Presidència remitió a la Cámara balear responde a una iniciativa del propio Parlament que, el pasado febrero, aprobó una proposición no de ley para reclamar estos datos en los registros de la propiedad como primer paso para una indagación posterior sobre el uso que se les daba, si históricamente les pertenecía o si podría ser objeto de reclamación. Dos partidos políticos, Més y Podemos, fueron de la mano en esta iniciativa.
Ya vuelve a salir la manida y ñoña consigna de dar los bienes de la iglesia a los pobres, un clásico entre los dinosaurios anticlericales. Si le das una casa a un pobre, la vende y se lo gasta todo en jugar a la lotería para ser más rico (suelen ser los más ambiciosos por envidia) y se acaba arruinando, volviendo a ser pobre de nuevo. Y vuelta a empezar. Como dijera Jesucristo: “A los pobres siempre los tendreis entre vosotros, pero a mí no”