La Guardia Civil y la Policía Local de Sineu descubrieron este fin de semana que un payés tenía encerrados a tres perros en una jaula de pequeñas dimensiones junto a una oveja en avanzado estado de descomposición. El animal muerto desprendía un olor nauseabundo y había sido quemado ligeramente, al parecer para intentar asarlo.
El descubrimiento lo llevó a cabo de forma casual un camionero el pasado sábado, cuando circulaba por el camino de Son Font, ya que debía reponer el gasoil de unos depósitos.
Encerrados
El chófer, durante el trayecto, se fijó en una jaula de rejilla metálica, de pequeñas dimensiones, en la que había encerrados tres perros de la raza ca de bestiar. Pero lo que llamó la atención del operario fue que junto a ellos, a escasos centímetros, había un animal de gran tamaño pudriéndose. En principio pensó que se trataba de un cerdo y además reparó en que tenía la piel ligeramente chamuscada.
El trabajador decidió contactar con la Guardia Civil porque era imposible que los canes hubieran matado al otro animal: «Está claro que alguien lo ha colocado en esa jaula después de muerto», explicó.
Agentes de la Benemérita, apoyados por policías municipales, se presentaron en la finca y comprobaron la veracidad de la denuncia. No se trataba de un cerdo, sino de una oveja de gran tamaño en avanzado estado de descomposición. Y, efectivamente, tenía la piel quemada en algunas partes.
El dueño de la propiedad, de ochenta años, fue denunciado ante la Direcció General de Medi Ambient y reconoció que había sido él quién había introducido la oveja muerta en aquella jaula de pequeñas dimensiones. Según su relato, decidió «rostir» la oveja y dársela a los perros para que se la comieran, aunque reconoció que en realidad estaba cruda y los canes no probaron esa carne en descomposición.
Los agentes están investigando cuánto tiempo llevaba muerta en el cercado. El payés se comprometió a tener en condiciones dignas a los tres ca de bestiar para que no se los quitaran.